martes, 6 de marzo de 2018

TERTULIA: "EL BIEN Y EL MAL", -SOLO SON NOCIONES VALORATIVAS TRASCENDENTES -PRÓXIMO MARTES DÍA 13 DE MARZO A LAS 20:00 HORAS EN RESTAURANTE TASCA I VINS DE BARCELONA





El bien y el mal, sólo conceptos o nociones valorativas trascendentes

Comportamiento humano, ética y valores organizacionales


El bien y el mal son conceptos o nociones relativos al sentido, al valor o a las consecuencias de la actuación humana, y también son entendidos como lo que afirma —el bien— o lo que niega —el mal—ciertas exigencias o valoraciones. Así entendidos ambos, el bien es lo que se ajusta a lo exigido o satisface valoraciones como la verdad, la justicia, el orden, la armonía, el equilibrio, la paz o la libertad, o todo lo que favorece el bienestar, ya sea en el ámbito individual o comunitario. El mal, por su parte, es todo lo contrario a lo anterior. Fernando Savater —filósofo especializado en ética— afirma que el bien es todo lo que está de acuerdo con lo que somos y lo que conviene al ser humano, y el mal es lo contrario: lo que significa la negación de lo que somos y lo que no nos conviene como seres humanos.

Al hablar sobre el bien y el mal, tres aspectos importantes llaman nuestra atención: primero, al calificar algo como bueno o malo lo hacemos desde nuestra propia conciencia personal, y lo hacemos —actuando como jueces veritativos— aún desde que somos niños; segundo, los integrantes de un grupo o comunidad humana —generalmente—llegamos con relativa facilidad a un punto de acuerdo o coincidencia acerca de lo que es bueno o malo con respecto a algo que conocemos o nos afecta a todos, y rara vez sucede lo contrario; y tercero, el mal relacionado de manera específica con una valoración ética o estética —como amor, orden, justicia, armonía, equilibrio, bienestar, paz o libertad— no se define o describe en función de sí mismo sino que se hace —directa o indirectamente— por ser lo opuesto a algo otro que constituye la valoración positiva; por ejemplo: el desorden es la carencia de orden, el odio es lo opuesto al amor; el malestar es la carencia o lo opuesto al bienestar.


Un intento de teorizar sobre el bien y el mal —entre otras opciones metodológicas—consiste en un esquema representado por un continuo con dos polos o extremos, en cada uno de los cuales existe un concepto límite (relativo a lo bueno o a lo malo). En este continuo, toda acción humana se ubica en un punto, más cercano al bien o más cercano al mal. Ejemplos de polos: amor/odio; orden/desorden; paz/guerra; equilibrio/desequilibrio.

Ahora bien, nos damos cuenta que además de las especificidades de significación de cada uno de estos pares dicotómicos —amor/odio, orden/desorden—, cada elemento del par nos impacta en un sentido o en otro sentido opuesto. El cómo nos impacta se traduce en el valor, no sólo del concepto, sino de su concreción en nuestra vida, lo cual nos lleva a preferir el orden sobre el desorden, el amor sobre el odio. Esto parece sugerirnos la noción de “supra orden subyacente” o de “estructura superior invisible” del universo, “orientada con un sentido positivo”. Esta noción es reforzada por nuestra (¿innata?) capacidad valorativa, presente en todas las culturas, vinculada con las nociones positivas mencionadas, por lo cual no resulta nada difícil lograr consenso o conseguir el respaldo de la gente en cuanto a favorecer condiciones asociadas a los conceptos de orden, equilibrio, justicia y amor, a menos que algunos se sitúen —febrilmente o a ciegas— en posiciones fundamentalistas, que pongan lo doctrinario o ideológico por encima del bien común.

Entre los animales no es pertinente hablar del bien y del mal, sino sólo de lo adecuado y lo inadecuado, lo que les conviene y lo que no les conviene, pues ellos están programados genéticamente para hacer lo que corresponde a su especie, y así lo hacen, dentro de lo programado. Además, los conceptos bien y mal surgen de nuestra conciencia, y los animales no tienen conciencia de sí mismos ni conciencia valorativa más allá de lo meramente objetivo (valorar la comida, por ejemplo). Por otra parte, los humanos podemos actuar —y de hecho actuamos— en un sentido o en otro, hacia lo bueno o lo malo, hacia lo que conviene o lo que no conviene, aún en contra del criterio de conservación de la vida o de lo simplemente biológico. O sea, los humanos hacemos el bien o el mal según nuestra elección, preferencia o capricho, es lo que se ha llamado libre albedrío. Los animales han demostrado moverse o reaccionar según preferencias —aunque sólo de carácter fisiológico— cuando hay a la vista opciones para escoger, tales como estar expuestos al sol o buscar la sombra, o comer ciertas cosas en lugar de otras.



Las preferencias en los seres humanos no son sólo de tipo fisiológico, sino también de carácter simbólico, o sea, derivadas de conexiones entre significados, expectativas y valores, con una noción de ‘sentido’. Los valores son algo abstracto, propio de nuestro pensamiento, y éste se desarrolla mediante simbolismos, o sea, de conexiones entre significados y significantes con sentido valorativo. La noción de ‘sentido’ implica que los humanos, además de satisfacer nuestras necesidades fisiológicas, nos dirigimos hacia algo más allá de lo que está a la vista, buscamos o perseguimos algo más. Fernando Savater afirma que los humanos no sólo usamos las cosas, sino que les damos valor o le asignamos una importancia, específica según cada quien. En este sentido, según él, las cosas no sólo son lo que son, sino lo que significan para cada quien, según el valor que les otorgamos.

Y los humanos, además, tenemos conciencia de que somos sujetos, de nuestra individualidad. La noción de sujeto —la percepción del yo— es para cada quien la noción más importante, vinculada a una historia personal, muy propia. Y por ello cada persona, en la medida en que puede, busca singularidad: ser él mismo, tener y realizar sus preferencias, vivir su propia vida, alcanzar sus propios logros. Esto, sumado a la condición más significativa de la praxis humana como lo es la libertad, nos lleva a un verdadero drama. Es el drama de la actuación humana, que se desplaza ‘a discreción’ —o más bien, a su criterio personal— entre los límites del bien y el mal.


No habrá introducción al tema, se iniciará directamente la tertulia sobre “el Bien y el mal “, y por riguroso turno de palabra que cada quién, que así lo desee, aporte lo que considere según su criterio.

Os esperamos como cada Martes a las 20:00 horas en Restaurante Tasca i Vins en la Calle Diputación, 304 de Barcelona

Saludos
Montse

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