Del
amor al odio ¿Hay un paso?
Del
amor al odio. Nos sorprende cuando observamos a esas parejas que se amaban
apasionadamente y, de pronto, no se pueden ver ni en pintura. No hablamos de
aquellos que sufren un distanciamiento, sino de esos hombres y mujeres que
después de haber compartido una tórrida relación se convierten en los peores
enemigos.
A
veces una situación de esa naturaleza no se da después de muchos años de
convivencia, con un vínculo desgastado de por medio. En ocasiones, la
transformación se produce súbitamente. Ayer se amaban y hoy se odian. Es
entonces cuando nos preguntamos: ¿será verdad aquello de que del amor al odio
no hay más que un paso?
Amor
y odio
No
hay ninguna forma de amor que no encierre una pizca de odio, al menos. Odiamos
un poco al otro porque a veces no está cuando lo necesitamos. O porque no
agradeció como queríamos algún esfuerzo que hicimos para él, o para ella.
También sentimos el rumor del odio cuando no nos comprenden suficientemente, o
cuando no son capaces de decirnos las palabras que queríamos escuchar.
Son
pequeños odios que usualmente no trascienden. Se desvanecen tan rápidamente
como aparecieron y apenas si dejan alguna huella, solo en las personalidades
más sensibles. Podemos lidiar con ellos y mantener el afecto intacto.
Sin
embargo, hay situaciones que en las que no hay un desenlace tan feliz. A veces
uno de esos pequeños episodios de desencuentro se convierte en la semilla de
una gran selva de odio. O son la gota que hace rebosar la copa de un veneno que
ya se venía acumulando.
“Odiamos a alguien
cuando realmente queremos amarle, pero que no podemos amar. Tal vez él mismo no
lo permite. El odio es una forma disfrazada de amor.”
-Sri Chinmoy-
Y
es que el amor y el odio no son mundos opuestos. Lo contrario del amor no es el
odio, sino la indiferencia. Así como todo amor lleva implícito algún gramo de
odio, todo odio tiene en sus entrañas un componente de amor.
¿Cómo
se pasa del amor al odio?
El
paso del amor al odio generalmente se da de dos maneras. O una persona
despierta, después de un letargo en el que estuvo soportando lo que no quería
soportar; o alguien propina una ofensa tan grave a otro que transforma los
sentimientos de amor en un deseo de destrucción irrefrenable. Esta situación es
más común en personas que tienen baja tolerancia a la frustración o un elevado
narcicismo.
Si
no existen los recursos emocionales para mantener el equilibrio emocional
frente a una situación adversa, es probable que se culpe a los demás del
sentimiento de frustración que se experimenta. Odiamos al otro porque deja al
desnudo nuestras debilidades, nuestra dependencia o nuestra inseguridad.
Las
personalidades narcisistas no diferencian entre una ofensa y un acto de
autoafirmación del otro. Si el otro reclama espacio, reconocimiento o
autonomía, lo entenderán como una agresión. Suponen que su pareja debe vivir en
función de ellos y cualquier acto de libertad lo entienden como una amenaza
personal. Por eso pueden reaccionar violentamente incluso.
El
odio crea lazos muy fuertes con el otro. De hecho, puede dar lugar a vínculos
más estrechos que los del amor. Lo peor es que cuando se da paso a una
seguidilla de afrentas, la situación se convierte en un círculo que se
retroalimenta permanentemente. Ni uno ni otro pueden hacer una ruptura sana.
Condicionan su vida afectiva a la lógica de dañar y evitar ser dañados. Sienten
que no pueden renunciar a la situación, porque eso sería claudicar.
Este
círculo es altamente nocivo. Una situación en la que por más que ganes, siempre
estarás perdiendo. No hay forma de resolverlo. La única alternativa es
apartarte de esa persona y renunciar a ese odio que puede convertirse en una
cárcel insoportable de la que solo vas a salir maltrecho.
Nuestro contertulio Jordi Osorio, nos realizará la exposición sobre el tema que nos ocupa. Tras su introducción se abrirá un turno de intervenciones, así como de ruegos y preguntas.
Os esperamos como cada Martes a las 20:00 horas en Restaurante Tasca i Vins en la Calle Diputación, 304 de Barcelona
Saludos
Montse
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