CENA/TERTULIA:
"SERENDIPIA"
¿EXISTE LA CASUALIDAD O ES EL DESTINO?
¿TODO PASA POR ALGO?
¿SINCRONICIDAD, AZAR, DESTINO?
"SERENDIPIA"
¿EXISTE LA CASUALIDAD O ES EL DESTINO?
¿TODO PASA POR ALGO?
¿SINCRONICIDAD, AZAR, DESTINO?
NOTA IMPORTANTE: LA ESENCIA DE LA TERTULIA ESTÁ EN ÉSTE NEWSLETTER, NO EN EL DOCUMENTAL, POR LO QUE SI TENÉIS TIEMPO Y QUERÉIS TENER UN CONOCIMIENTO DEL TEMA, LEED LA SIGUIENTE INFORMACIÓN.
ES MUY DIFÍCIL ENCONTRAR UN DOCUMENTAL QUE INCLUYA TODA LA TEMÁTICA, EN OCASIONES ME HAN COMENTADO QUE EL VÍDEO NO HA ABARCADO TODO EL TEMA, ES POR ESA RAZÓN QUE OS PIDO, QUE QUIEN PUEDA, LEA.
Nuestro punto de encuentro para éste Sábado 1 de Abril a las 20:00 horas, será en el RESTAURANTE PIZZERIA GINOS de BARCELONA, http://www.ginos.es/, sito en la céntrica Ronda Universidad, nº 27, esquina con Balmes y Rambla de Catalunya, y a muy pocos metros de la Plaza de Catalunya. Es un local confortable donde podremos tertuliar con tranquilidad, realizar una conferencia, y disfrutar de buena cena.
Importante:
Cuando entréis en el restaurante habréis de bajar unas escaleras, allí encontraréis la sala comedor para grupos.
Cuando entréis en el restaurante habréis de bajar unas escaleras, allí encontraréis la sala comedor para grupos.
Vamos a estar en un salón privado donde estaremos libres de ruidos ambientales.
A las 20:00 horas iniciaremos pase del documental - -"SERENDIPIA" - ¿EXISTE LA CASUALIDAD, O ES EL DESTINO? ¿TODO PASA POR ALGO? ¿SINCRONICIDAD, AZAR, DESTINO? Se ruega puntualidad. Tras visualizar dicho documental, realizaremos un DOCUFORUM relacionado con éste tema.
Sobre las 22 horas cenaremos.
Para los más marchosos, después de cenar iremos a tomar unos refrescos para seguir con la velada en un ambiente más distendido.
Ruego confirmar asistencia para efectuar reserva de comensales. Para reservar llamad al móvil 654113551, Montse Guardia.
A las 20 horas iniciaremos pase de documental
"SERENDIPIA"
¿EXISTE LA CASUALIDAD, O ES EL DESTINO?
¿TODO PASA POR ALGO?
¿SINCRONICIDAD, AZAR, DESTINO?
¿EXISTE LA CASUALIDAD, O ES EL DESTINO?
¿TODO PASA POR ALGO?
¿SINCRONICIDAD, AZAR, DESTINO?
Se ruega puntualidad
Serendipity= Del inglés. Acto de descubrir algo
por casualidad.
Serendipia= Neologismo derivado. Hallazgo
afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa
distinta. Se puede denominar así también a la casualidad, coincidencia o
accidente.
En
la historia de la ciencia se afirma que son frecuentes las serendipias. Por ejemplo, Albert
Einstein reconoce esta cualidad en algunos de sus hallazgos.
En
1922, Alexander Fleming estaba analizando
un cultivo de bacterias, cuando se le contaminó con un hongo. Ese episodio dio
origen al descubrimiento de la penicilina; Isaac Newton descansaba bajo un
árbol de la Universidad de Cambridge cuando le cayó cierta manzana… Julio Verne
se dejaba llevar por la imaginación años antes de que todas las fantasías de
sus novelas se hicieran reales…
Pero
¿son estos y otros acontecimientos de nuestras vidas, meras casualidades o
existe algo más? ¿Son ciertas
coincidencias increíbles de las que nos ocurren a lo largo del camino, solo
accidentales o todo pasa por algo?
Uno de los aspectos más
enigmáticos y cautivadores del universo en el que vivimos es la sincronicidad.
A todos nos ha pasado en alguna ocasión una coincidencia tan improbable que nos
resulta ominosa, mágica, epifánica o perturbadora. Conexiones entre sucesos,
personas e información que trascienden la realidad convencional: como si las
cosas tuvieran hilos invisibles que sólo por momentos —en estados de conciencia elevados o por una
misteriosa alineación— podemos vislumbrar.
Aunque el concepto de
sincronicidad existe al menos desde el tiempo de los Vedas, fue el psicólogo
suizo Carl Jung quien acuñó el término e inició el estudio de este fenómeno de
manera rigurosa, si no científica: la dificultad de abordar la sincronicidad
desde una metodología solamente científica yace en que los eventos que se concatenan
lo hacen sin tener una causa, al menos no una causa que podamos encontrar
dentro de los límites de la física clásica y de un universo mécanico.
Consciente de la vastedad y elusividad del principio de la sincronicidad, Jung
ensayó diversas definiciones a manera de un acercamiento teórico. Empezando
desde lo más general y sintético podemos decir con Jung que la sincronicidad es
"la ocurrencia temporal coincidente de eventos acausales", que es un
"principio de conexión acausal", una "coincidencia significativa"
o que es un "paralelismo acausal".
Pero la sincronicidad para
Jung va mucho más allá de estas someras descripciones. Toca y se entronca con
los campos más profundos de la mente humana, siendo en muchos casos una
manifestación externa del inconsciente colectivo, a veces materializada a
través de símbolos. Jung creía que las "coincidencias" no solo
estaban gobernadas por el azar —siendo que su probabilidad de suceder era tan
poca que podrían considerarse estadísticamente significativas— sino por una
dinámica más profunda. Coincide en esto con el texto gnóstico del Kybalion, que
dice: "Azar no es más que el nombre que se da a una ley desconocida; hay
muchos planos de causación". Y para ampliar la madeja de posibles
conexiones, recordemos que Don Juan le dice a Carlos Castaneda, como si fuera un experto jugador de póquer de
realidades alternas, que la suerte es una forma de poder.
Al igual que su concepto de
los arquetipos, Jung, lo mismo que el físico Wolfgang Pauli, pensaba que la sincronicidad era una expresión de
lo que llamaba “unus mundus”, una realidad unificada subyacente de la cual todo
lo que vemos emerge y a la cual todo regresa. Este unus mundus es similar a la
teoría de la mecánica cuántica de David
Bohm expuesta en La Totalidad y el Orden Implicado, en la que se postula la
existencia de una especie de mar universal de energía infinita del cual se
desdobla —o se explica— el mundo material fenoménico que percibimos, el cual
apenas es una ondulación en la superficie de lo inconmensurable.
Para Carl G. Jung la improbable pero
significativa coincidencia de una sincronicidad
era posible por el hecho de que tanto el observador como el evento observado a
fin de cuentas brotan de una misma fuente, del unus mundus. Es decir, la conexión acausal, a distancia, sin la
aparente acción de una fuerza física (conocida) sería posible porque en
profundidad todos los eventos y todos los sujetos que perciben un evento no son
más que la misma cosa. El uno es el otro: es el mismo. "We
are like islands in the sea, separate on the surface but connected in the deep",
dijo à propos William James. Es como
si todo lo que ocurriera en el universo en realidad ocurriera dentro de una
sola mente, que por momentos y siempre en la superficie, padece una
esquizofrenia omnipotente. Pero más allá de sugerir esta idea un tanto trillada
de la unidad subyacente, del todo en cada parte, del holograma que se proyecta
en el mundo, en fractales, investiguemos la sincronicidad y deshebremos el
misterio de la coincidencias.
Cables
de un Universo Paralelo /¿Qué hay detrás de una coincidencia?
Después de esta breve
introducción al fascinante mundo de la sincronicidad, entremos en materia. Aquí
lo interesante son las sincronicidades, las experiencias, lo que se vive y
mistifica. Estoy seguro de que todas las
personas que están leyendo este texto sobre la sincronicidad —el cual pretende
ser un espejo— han sentido el asombro medular de descubrir que una coincidencia
en sus vidas tiene un significado oculto. Es decir, que más allá de lo inefable
y extraño que puede ser que yo me haya encontrado en la calle a una persona que
no había visto hace años justo después de haber soñado con ella la noche
anterior, o de que por alguna razón decido abrir un libro y en esa página
"azarosa" me encuentro con la palabra extacta que antes ya flotaba en mi mente, o tal vez estoy
considerando viajar y salgo a la calle y veo las placas de un coche que dicen
LSD, estas co-ocurrencias nos están diciendo algo, el universo o nosotros mismos
estamos queriendo comunicar algo, algo que va más allá de la trivialidad
cotidiana en la cual generalmente nos movemos. Veamos algunos ejemplos.
En su ensayo Synchronicity (1952) Carl G Jung relata un evento
sincrónico que ha pasado a ser un
referente:
“Una
joven paciente soñó, en un momento decisivo de su tratamiento, que le regalaban
un escarabajo de oro. Mientras ella me contaba el sueño yo estaba sentado de
espaldas a la ventana cerrada. De repente, oí detrás de mí un ruido como si
algo golpeara suavemente la ventana. Me di media vuelta y vi fuera un insecto
volador que chocaba contra la ventana. Abrí la ventana y capture a la criatura
mientras volaba hacia el interior de la habitación. Era la analogía más próxima
a un escarabajo de oro que pueda darse en nuestras latitudes, a saber, un
escarabeido (crisomélido), la Cetonia aurata, la «cetonia común», que al
parecer, en contra de sus costumbres habituales, se vio en la necesidad de
entrar en una habitación oscura precisamente en ese momento. Tengo que decir
que no me había ocurrido nada semejante ni antes ni después de aquello, y que
el sueño de aquella paciente sigue siendo un caso único en mi experiencia”.
Jung
interpretó que la aparición material de un escarabajo onírico tenía un contenido
simbólico altamente significativo para el presente de su paciente. El
escarabajo es un símbolo egipcio del renacimiento —algo que la psique dentro de
un proceso de sanación o de alquimia necesita experimentar: morir para renacer
en su sí mismo; los símbolos son el lenguaje de los sueños. Esta afirmación en
la realidad "objetiva" de la imaginación subjetiva nos sugiere que la
sincronicidad podría actuar como un vaso comunicante entre el mundo de la
vigilia y el mundo de los sueños, erradicando, al menos parcialmente, la brecha
supuestamente insalvable entre estos mundos.
Según Braud y Anderson, la sincronicidad es
"una coincidencia significativa entre un estado interno, usualmente
de necesidad, y un evento externo inexplicable que corresponde a/o responde la
necesidad".
Siguiendo este tren de
ideas podemos hablar de algo como un "dreamwake continuum", similar a
Alcheringa, el "Tiempo del Sueño" de los aborígenes australianos, en
el que se disuelven las fronteras entre lo que soñamos y vivimos, es más, lo
que hacemos soñando se filtra a la realidad y se convierte en lo que vivimos
—posiblemente las ideas platónicas y los arquetipos que gobiernan el mundo en
la psicología jungiana se proyecten a nuestra realidad desde estos espacios
astrales de ensueño. El mismo Jung percibió esta analogía creativa en la
sincronicidad: "La sincronicidad en sentido estricto solo es un caso
especial de un orden general acausal que da lugar a actos de creación en el
tiempo". De manera más poética, Octavio
Paz había dicho: "Hay que dormir con los ojos abiertos /hay que soñar
con las manos/soñemos sueños activos de río/buscando su cauce/sueños de sol
soñando sus mundos". Una disciplina
etérea probablemente rendirá frutos: las imágenes que generamos en el fuero
interno —con el fuego interno— se podrán volver vibrantes edificios para
experimentar los deseos narrativos más profundos de nuestro espíritu.
Regresando a las
experiencias puntuales de sincronicidad —y es inevitable tomar excursiones
momentáneas para conectar diversos aspectos, cauces no lineales que confluyen
simultáneamente tejiendo un mandala más complejo— recordemos que Jung escribió que el caso del
escarabajo dorado fue el más sobresaliente ejemplo de sincronicidad que vivió.
Tal vez esto sea cierto pero quizás haya una sincronicidad entrelazada a Jung
aún más sorprendente. En el marco del 40° aniversario de la muerte de Carl Gustav Jung, la Dra. Irene Gad contó la siguiente anécdota
sincromística:
“La
tarde en que Jung murió, una gran tormenta eléctrica estalló sobre su casa en
Künsnach, como si la naturaleza misma se hubiera movilizado a reconocer el
evento. Y casi justo en el momento en el que murió, un relámpago atronó su
árbol favorito en el jardín. Algunos años después Laurens van der Post estaba
haciendo una película sobre la vida de Jung. La última secuencia iba a a ser
filmada en la casa de Jung”.
Laurens van der Post
continúa:
Cuando
llegó el momento de hablar directamente a la cámara de la muerte de Jung y empecé a describir cómo un rayo demolió su
árbol favorito, otro rayo cayó en el jardín. El relámpago sonó tan fuerte que
me produjo un sobresalto. Y hasta la fecha, el sobresalto, el relámpago y el
impedimento de habla que me provocó pueden ser vistos en la película, así como
el rayo aparece en la pantalla sobre el lago atormentado y los árboles agitados
por el vendaval.
El relámpago, se sabe, es
el símbolo de la divinidad suprema en diferentes culturas y evoca una especie de muerte luminosa. El
árbol evidentemente es el símbolo más común de la vida. Jung se habría servido
un festín simbólico para analizar esta, su última sincronicidad. De cualquier
forma parece una tributo merecido del universo —un broche de oro Ouroboros— que el padre de la
sincronicidad haya dejado el mundo con una sincronicidad tan especial. Un sí
celestial, una caravana cósmica o un
dios que le cierra el ojo. Y a la vez el rayo en el cielo como un eterno signo
de interrogación, de un enigma que pese a tener un momento de desnuda claridad,
sigue ahí.
SINCRONUMEROLOGÍA
Los númenes de la
sincronicidad, esos geniecillos de las manecillas de la realidad, también
habitan en los números. Uno de los casos más comunes en la actualidad es el
fenómeno del 11:11. Cientos de miles de personas, acaso por la sugestión mental
del New Age o por un código
planetario en aras de activarse,
reportan tener momentos epifánicos constantemente detectando esta hora.
"Sí, la sincronicidad. Estás codificando tu propia vibración y permitiendo
que tu conciencia te recuerde que estás en esa vía, cuando estás en esa frecuencia. Algunos
individuos usan diferentes números en diferentes momentos", dice Bashar. Lo interesante de esto es que
el llamado reloj biológico interno parece derramarse, como el tiempo líquido de
Dalí, hacia el mundo externo, el cual, entonces, se convierte en nuestro espejo
—un espejo como el de Alicia.
La sincronicidad numérica
más popular en las dimensiones que frecuentamos en Pijama Surf es la del número
23, la cual ha sido popularizada por Robert
Anton Wilson, uno de nuestros escritores favoritos:
Escuché por primera vez
sobre el enigma del 23 de William S. Burroughs, autor de Naked Lunch, Nova Express, etc. Según
Burroughs, él había conocido a un tal Capitán Clark, cerca de 1960 en
Marruecos, quien había presumido haber navegado 23 años sin accidentarse. Ese
mismo día, el barco de Clark tuvo un accidente que mató a todos abordo. Cuando Burroughs estaba pensando en este
crudo ejemplo de la ironía de los dioses, esa tarde, un boletín en la radio
anunció el choque de un avión en Florida. El piloto era otro capitán Clark y el
vuelo era el 23.
Anton
Wilson descubrió que el 23 está estrechamente asociado a
Sirio. Los sacerdotes egipcios empezaban sus rituales dedicados a esta estrella
(a su vez asociada a una divinidad) el 23 julio, fecha en la que empiezan los
días de la canícula. Sirio está en la constelación del Canis Mayor. Anton
Wilson encontró múltiples coincidencias relacionadas con Sirio, el número 23 y
ciertos fenómenos que ocurrieron en su vida (algunas de las cuales pueden
consultarse aquí). Quizás lo más sobresaliente fue el encuentro del libro The Sirius Mystery, en el que Robert KG Temple propone, investigando
a la tribu africana de los Dogon y su aparente conocimiento del sistema estelar
binario de Sirio sin contar con herramientas tecnológicas que lo hiceran
posible, que un contacto entre una civilización proveniente de Sirio y la
Tierra ocurrió cerca del años 4500 AC. Algunos años después Anton Wilson, autor
del libro Illuminatus! Trilogy, desestimó su creencia temporal de haber recibido
comunicación astral y la atribuyó a diversos factores más terrenales. Como
parte de su espíritu agnóstico, sin embargo, tampoco la descartó del todo.
Añadiendo un poco a este
telar de conexiones, se me ocurre que el número 23 en nuestra época está sobre
todo relacionado con Michael Jordan, quien lo usó inmortalmente en el dorso de
su jersey. Curiosamente Jordan y sus Chicago Bulls durante años salieron a la
cancha en la oscuridad con la canción "Sirius" de Alan Parsons
Project. Este track en el disco original está mezclado con el track "Eye
in the Sky", el cual remite al Ojo que Todo lo Ve, al Ojo de Horus, que
actualmente se asocia con la mítica y un tanto cómica sociedad secreta de los
Iluminati, la cual tuvo en Robert Anton Wilson a su máximo crítico.
FUENTE extraída de la web: http://pijamasurf.com/2012/02/sincronicidad-el-significado-de-las-coincidencias-en-un-universo-espejo/
Ampliando información citó otro artículo del periodio del Pais:
No somos marionetas en
manos del azar. La vida no es un accidente regido por la suerte ni las
coincidencias. Por más que nos cueste creerlo, recogemos lo que sembramos.
Veamos la vida como un continuo aprendizaje.
Formamos parte de una
sociedad materialista, desencantada del mundo en el que vivimos. Por eso, en
general solemos creer que nuestra vida es un accidente regido por la suerte y
las coincidencias. Es decir, que no importan nuestras decisiones y nuestras
acciones, pues en última instancia las cosas pasan por "casualidad".
Esta visión nos convierte en meras marionetas en manos del azar.
En paralelo, muchos
individuos nos hemos vuelto "nihilistas". No es que no creamos en
nada. Simplemente "negamos cualquier significado o finalidad trascendente
de la existencia humana". De ahí que orientemos nuestra vida a saciar nuestro
propio interés.
Pero ¿realmente la vida es
un accidente que se rige de forma aleatoria? ¿Estamos aquí para trabajar,
consumir y divertirnos? ¿Acaso no hay una finalidad más trascendente? Lo
irónico es que la existencia de estas creencias limitadoras pone de manifiesto
que todo lo que existe tiene un propósito, por más que muchas veces no sepamos
descifrarlo. No en vano creer que no tenemos ningún tipo de control sobre
nuestra vida refuerza nuestro victimismo. Y pensar que la existencia carece por
completo de sentido justifica nuestra tendencia a huir constantemente de
nosotros mismos.
"Según la ley de la
sincronicidad, lo que nos ocurre, bueno o malo, está ahí para que aprendamos
algo acerca de nosotros mismos"
Es decir, que incluso estas
creencias no están ahí por casualidad, sino que cumplen la función de evitar
que nos enfrentemos a nuestros dos mayores temores: el "miedo a la
libertad" y el "miedo al vacío". Mientras sigamos creyendo que
nuestra propia vida no depende de nosotros, podremos seguir eludiendo cualquier
tipo de responsabilidad. Y mientras sigamos pensando que todo esto no es más
que un accidente, podremos seguir marginando cualquier posibilidad de encontrar
la respuesta a la pregunta ¿para qué vivimos?
DEL POR QUÉ AL PARA QUÉ
"El caos es el orden
que todavía no comprendemos"(Gregory Norris-Cervetto)
Cegados por nuestro
egocentrismo, solemos preguntarnos por qué nos pasan las cosas, en lugar de
reflexionar acerca de para qué nos han ocurrido. Preguntarnos por qué es
completamente inútil. Fomenta que veamos la situación como un problema y nos
lleva a adoptar el papel de víctima y sentirnos impotentes.
Por el contrario,
preguntarnos para qué nos permite ver esa misma situación como una oportunidad.
Y esta percepción lleva a entrenar el músculo de la responsabilidad. Una
actitud mucho más eficiente y constructiva. Favorece que empecemos a intuir la
oportunidad de aprendizaje subyacente a cualquier experiencia, sea la que sea.
Y esto es precisamente de
lo que trata la "física cuántica". En líneas generales, establece que
"la realidad es un campo de potenciales posibilidades infinitas". Sin
embargo, "solo se materializan aquellas que son contempladas y
aceptadas". Es decir, que ahora mismo, en este preciso instante, nuestras
circunstancias actuales son el resultado de la manera en la que hemos venido
pensando y actuando a lo largo de nuestra vida.
Si hemos venido creyendo
que estamos aquí para tener un empleo monótono que nos permita pagar nuestros
costes de vida, eso es precisamente lo que habremos cocreado con nuestros
pensamientos, decisiones y comportamientos. Por el contrario, si cambiamos
nuestra manera de pensar y de actuar, tenemos la opción de modificar el rumbo
de nuestra existencia, cosechando otros resultados diferentes. El simple hecho
de creer que es posible representa el primer paso.
LA TEORÍA DEL CAOS
"El aleteo de una
mariposa puede provocar un 'tsunami' al otro lado del mundo" (proverbio
chino)
Lo mismo nos sugiere
"la teoría del caos". Por medio de complicados e ingeniosos cálculos
matemáticos "permite deducir el orden subyacente que ocultan fenómenos
aparentemente aleatorios". Dentro de estas investigaciones, destaca
"el efecto mariposa". Para comprenderlo, un ejemplo: imaginemos que
un chico se va un año fuera de su ciudad para estudiar un máster en el
extranjero. Y que al regresar a casa entra a trabajar de becario en una
empresa. Allí aparece una nueva becaria, a quien sientan a su lado. Nada más
verse, los dos jóvenes se enamoran. Y seis años más tarde se casan, forman una
familia y viven juntos para siempre.
En este ejemplo, "el
efecto mariposa" estudiaría la red causal de acontecimientos que hicieron
posible que el chico coincidiera con la chica en un lugar físico determinado en
un momento psicológico oportuno.
Al observar su historia detenidamente,
comprobamos que el joven decidió estudiar un máster a raíz de la separación con
su exnovia, a quien conoció años atrás en una discoteca. Remontándonos a esa
noche de fiesta, destaca que el chico decidió salir con sus amigos tras perder
una apuesta. Es decir, si no hubiera perdido la apuesta no habría ido a aquella
discoteca y, en consecuencia, no habría conocido a su exnovia. Y si esta no lo
hubiera dejado, no habría estudiado el máster, que es lo que le permitió entrar
a trabajar de becario. Y fue precisamente este empleo el que le posibilitó
conocer y enamorarse de la mujer con la que pasaría el resto de su vida. Perder
una simple apuesta le llevó a ganar un amor eterno.
LA LEY DE LA SINCRONICIDAD
"Lo que no hacemos
consciente se manifiesta en nuestra vida como destino" (Carl Jung)
Nuestra existencia no está
gobernada por la suerte ni el azar, sino por "la ley de la
sincronicidad". Esta determina que "todo lo que ocurre tiene un
propósito". Pero como todo lo verdaderamente importante, no podemos verlo
con los ojos ni entenderlo con la mente. Esta invisible red de conexiones tan
solo puede intuirse y comprenderse con el corazón.
La ley de la sincronicidad
significa que "aunque a veces nos ocurren cosas que aparentemente no
tienen nada que ver con las decisiones y las acciones que hemos tomamos en
nuestro día a día, estas cosas están ahí para que aprendamos algo acerca de
nosotros mismos, de nuestra manera de disfrutar la vida".
De ahí que mientras sigamos
resistiéndonos a ver la vida como un aprendizaje, seguiremos sufriendo por no
aceptar las circunstancias que hemos cocreado con nuestros pensamientos,
decisiones y acciones. No existen las coincidencias. Tan solo la ilusión de que
existen las coincidencias. De hecho, "la ley de la sincronicidad"
también ha descubierto que "nuestro sistema de creencias y, por ende,
nuestra manera de pensar determinan en última instancia no solo nuestra
identidad, sino también nuestras circunstancias".
Por ejemplo, que si somos
personas inseguras y miedosas, atraeremos a nuestra vida situaciones inciertas
que nos permitan entrenar los músculos de la confianza y la valentía. Así, los
sucesos externos que forman parte de nuestra existencia suelen ser un reflejo
de nuestros procesos emocionales internos. De ahí la importancia de conocernos
a nosotros mismos.
LA LEY DEL KARMA
"Cada uno recoge lo
que siembra"(Buda)
Si bien la "física
cuántica", "la teoría del caos", el "efecto mariposa"
y "la teoría de la sincronicidad" son descubrimientos científicos
llevados a cabo en Occidente a lo largo del siglo XX, lo cierto es que no
tienen nada de nuevo. En Oriente se llegó a esta misma conclusión alrededor del
siglo V antes de Cristo. Según los historiadores, por aquel entonces se
popularizó "la ley del karma", también conocida como "la ley de
causa y efecto".
La ley del karma afirma, en
esencia, que "todo lo que pensamos, decimos y hacemos tiene
consecuencias". De ahí que en el caso de que cometamos errores, obtengamos
resultados de malestar que nos permitan darnos cuenta de que hemos errado,
pudiendo así aprender y evolucionar. Y en paralelo, en el caso de que cometamos
aciertos, cosechemos efectos de bienestar que nos permitan verificar que
estamos viviendo con comprensión, discernimiento y sabiduría.
Esta es la razón por la que
los sucesos que componen nuestra existencia no están regidos por la
"casualidad", sino por la "causalidad". Según "la ley
del karma", cada uno de nosotros "recibe lo que da", lo que elimina
toda posibilidad de caer en las garras del inútil y peligroso victimismo.
FUENTE extraída de: http://elpais.com/diario/2011/03/06/eps/1299396413_850215.html
autor Borja Vilaseca.
DOCUFORUM
https://www.youtube.com/watch?v=mRke6W1A6xI
Se proyectará otro vídeo, éste no es el que veremos en la tertulia
Tras visualizar el documental se abrirá el debate, planteándose todas las opiniones o interrogantes que surjan sobre el tema en cuestión.
Cómo llegar a RESTAURANTE-PIZZERIA GINOS BARCELONA:
Sito en la céntrica Ronda Universidad, nº 27, esquina con Balmes y Rambla de Catalunya, y a muy pocos metros de la Plaza de Catalunya en pleno corazón de la ciudad, tenéis 4 líneas de metros, e infinidad de líneas de autobuses.
También en la misma acera, para los que vengáis de cercanías, tenéis la RENFE.
Mejor ubicación imposible!!.
¡!Os esperamos!!
Móvil para confirmar asistencia o para cualquier consulta: 654113551
Montse Guardia.
GRUP PSICOGNOSIS SINGLES –GPS-
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