CENA/TERTULIA:
¿DÓNDE ESTÁ LA CONCIENCIA?
LA CONCIENCIA PODRÍA ESTAR ALOJADA FUERA DEL CEREBRO
"TEORÍA DEL EXOCEREBRO"
¿DÓNDE ESTÁ LA CONCIENCIA?
LA CONCIENCIA PODRÍA ESTAR ALOJADA FUERA DEL CEREBRO
"TEORÍA DEL EXOCEREBRO"
NOTA IMPORTANTE: LA ESENCIA DE LA TERTULIA ESTÁ EN ÉSTE NEWSLETTER, NO EN EL DOCUMENTAL, POR LO QUE SI TENÉIS TIEMPO Y QUERÉIS TENER UN CONOCIMIENTO DEL TEMA, LEED LA SIGUIENTE INFORMACIÓN.
ES MUY DIFÍCIL ENCONTRAR UN DOCUMENTAL QUE INCLUYA TODA LA TEMÁTICA, EN OCASIONES ME HAN COMENTADO QUE EL VÍDEO NO HA ABARCADO TODO EL TEMA, ES POR ESA RAZÓN QUE OS PIDO, QUE QUIEN PUEDA, LEA.
Nuestro punto de encuentro para éste Sábado 4 de Marzo a las 20:00 horas, será en el RESTAURANTE PIZZERIA GINOS de BARCELONA, http://www.ginos.es/, sito en la céntrica Ronda Universidad, nº 27, esquina con Balmes y Rambla de Catalunya, y a muy pocos metros de la Plaza de Catalunya. Es un local confortable donde podremos tertuliar con tranquilidad, realizar una conferencia, y disfrutar de buena cena.
Importante:
Cuando entréis en el restaurante habréis de bajar unas escaleras, allí encontraréis la sala comedor para grupos.
Cuando entréis en el restaurante habréis de bajar unas escaleras, allí encontraréis la sala comedor para grupos.
Vamos a estar en un salón privado donde estaremos libres de ruidos ambientales.
A las 20:00 horas iniciaremos pase del documental - -¿DÓNDE ESTÁ LA CONCIENCIA? - LA CONCIENCIA PODRÍA ESTAR ALOJADA FUERA DEL CEREBRO- "TEORÍA DEL EXOCEREBRO" Se ruega puntualidad. Tras visualizar dicho documental, realizaremos un DOCUFORUM relacionado con éste tema.
Sobre las 22 horas cenaremos.
Para los más marchosos, después de cenar iremos a tomar unos refrescos para seguir con la velada en un ambiente más distendido.
Ruego confirmar asistencia para efectuar reserva de comensales. Para reservar llamad al móvil 654113551, Montse Guardia.
A las 20 horas iniciaremos pase de documental
¿DONDE ESTÁ LA CONCIENCIA?
LA CONCIENCIA PODRÍA ESTAR ALOJADA FUERA DEL CEREBRO
"TEORÍA DEL EXOCEREBRO"
Se ruega puntualidad
ENTREVISTA
AL DR. ROGER BARTRA
Ahora que está tan de moda
hablar de neurociencias entrevistamos al doctor Roger Bartra quien nos habla
del estudio antropológico social de la conciencia el cual tiene gran relevancia
desde los noventas, la también llamada década del cerebro y nos hace
interesantes revelaciones de la teoría que ahora es más aceptada, el exocerebro, mediante el cual el cerebro
interno puede conocer y descifrar al mundo exterior. También nos comenta de su
relación con la conciencia que en tiempos pasados era definida como el alma…
—Suena doctor, como una delicia meterse a explorar el cerebro ¿Qué encontró usted
en él? ¿Por qué escribió este libro? — Es un antropólogo que hace una
expedición en busca de tribus primitivas, entró a explorar el cerebro, se metió
a explorar el cerebro en búsqueda de las huellas de la conciencia, o sea, el
objetivo de la investigación, de la expedición etnográfica, antropológica al
interior del cerebro.
Es ver qué es lo que han
descubierto los neurobiólogos, los psiquiatras, los neurólogos, qué es lo que
han descubierto que nos puedan dar indicios de cómo funciona de la conciencia, porque
es eso, uno de los grandes misterios. —¿Y qué es la conciencia? — La conciencia
es el percatarse de la propia existencia como algo único e irrepetible. Los
antiguos, no hablaban de conciencia, hablaban del alma, solamente que en su
expresión filosófica y científica no tienen una connotación religiosa; la
conciencia básicamente es el mismo fenómeno, es el ser consciente de estar consciente.
— ¿Y cómo se logra eso? —
Ese es el gran misterio que
los científicos no han descifrado, los circuitos neuronales en el cerebro cada
vez que el funcionamiento cerebral permite a los humanos darnos cuenta de que
existimos y de qué somos además una individualidad irrepetible, porque eso es
básicamente la conciencia, es decir el percatarse de ser una subjetividad única,
el hecho de que pensamos, cómo piensa el cerebro, cómo se piensa a sí mismo,
cómo piensa a los demás, eso no se sabe bien a bien, entonces yo estoy
intentando dar una primera respuesta a este fenómeno. —¿Y cuál es la respuesta
que usted propone? — Esa respuesta es que, para entender la conciencia, es
necesario buscar también fuera del cerebro, una instancia que yo llamo el exocerebro, o cerebro exterior, es
decir, que los circuitos neuronales se conectan con circuitos culturales,
lingüísticos principalmente, simbólicos, y esa relación con estos circuitos es
lo que genera el fenómeno de la conciencia. Vamos a dar un ejemplo: es como si
fuese una prótesis, una pata de palo, una dentadura, unos lentes, es una ayuda
externa, pero está completamente conectada, como los circuitos cerebrales, esta
prótesis es la cultura, son los circuitos culturales, es el lenguaje, es la
música, son circuitos de carácter simbólico. Son dispositivos que desarrollaron
los humanos más antiguos, más primitivos, para poderse orientar, es digamos el
mecanismo básico, yo en este libro exploro cuál es la relación entre el cerebro
y la cultura.
El cerebro funciona con
señales químicas y eléctricas, la cultura funciona con señales simbólicas, en
un caso tenemos signos y señales químicas que en otro lado son símbolos, es
algo más complejo, el problema es ver cómo entran en relación. — ¿Cómo los
entrelazamos? — Exactamente, cómo, vamos a decirlo, en términos de computación,
se instala un módem entre la cultura y los circuitos cerebrales, hay una
especie de mecanismo traductor. — ¿Y lo hacemos de manera automática? — Sin
darnos cuenta, el hecho de que estemos conectados con el exterior, es
justamente cuando nos percatamos de nuestra conciencia individual única e
irrepetible, de nuestra subjetividad a diferencia de una animal.
— ¿Para qué nos sirve este conocimiento? — El
conocimiento de esto nos sirve básicamente para entender el funcionamiento del
cerebro, para entender que tiene regiones que son, sociodependientes, que
dependen del contorno exterior social, ésa es una gran discusión, porque la
mayor parte de los neurobiólogos no lo aceptan tan fácilmente, ellos creen que
la explicación del alma, digamos de la conciencia, se encuentra enteramente
dentro de la cabeza, en el cerebro, que no es necesario recurrir a nada
exterior y yo por el contrario pienso que si no se entiende el cerebro como una
especie de entidad abierta cuyos circuitos neuronales que se continúan en
circuitos simbólicos culturales, entonces todo esto es bastante complicado
¿No?, y eso que no estoy utilizando una terminología técnica.
— ¿Qué vamos a leer en su
libro y qué vamos a encontrar para nuestro beneficio? — Digamos que el
beneficio es el descubrimiento científico, los descubrimientos científicos no
siempre tienen una utilidad o un beneficio a corto plazo, pero desde luego que
conocer cómo opera nuestra conciencia, es muy importante, para empezar uno se
aleja de las telarañas de tipo teológico que explican los estudios de la
conciencia en términos metafísicos, es una manera de no explicar nada. Por
ejemplo el alma creada por la divinidad, eso aterriza en problemas incluso
políticos, el ser humano está dotado de una conciencia o de un alma, por lo
tanto es algo perecedero, no es inmortal, entonces ése es uno de los grandes
choques entre las ciencias biológicas y la teología. —¿Cuál sería entonces su
teoría? —Es completamente, un interés, no es que sea opuesto, es lo que se
refiere a todo aquello que define las acciones y reacciones de las cuales
estamos conscientes, sobre las cuales decidimos, sobre las cuales se ejerce
libre albedrío, la decisión. Yo decido, escribir un libro sobre la conciencia,
me pongo a investigar al respecto, estoy consciente de este proceso, usted
decide hacerme una entrevista, está decidiendo conscientemente, está decidiendo
que ese tema debe ser interesante, que hay que explorarlo, tiene dos opciones:
no explorarlo o no interesarse, o sí hacerlo, todas esas son nuestras opciones
cotidianas, por eso somos conscientes.
El inconsciente del cual
habla Freud, era el pensar que usted está realizando una acción, por un impulso
inconsciente, arrojado en su cerebro pero que no se percata, tiene una
frustración de detener aquí cosas de las que hablaba Freud, por lo tanto usted
conduce su auto imprudentemente y puede tener un accidente, no sea que en la
idea está reaccionando a una decepción de hace muchos años, o cosas de ese
tipo. Son estos impulsos inconscientes diferentes a los instintos y al
funcionamiento neurológico de cosas que son instintivas o automáticas como respirar
etcétera, o cuando es consciente o puede ser consciente, pero se tiene que
fijar ¿No? Hay otras cosas como la digestión de las cuales se sabe que existe
porque sospecha que algo pasa en su cuerpo después de comer, pero en fin no es
un proceso consciente ¿No?, entonces en el mundo de la libertad, de las
decisiones, todo eso ocurre en buena medida dentro del cerebro, pero en nuestra
relación con nosotros, normalmente esto se despacha hace siglos, con una
explicación en su carácter metafísico, religioso, es el alma que tiene una
existencia inmaterial, tiene una existencia que sobrepasa la finitud del
cuerpo, y una vida posterior sana éste, funciona de acuerdo a principios no
materiales y por lo tanto la ciencia no puede investigarla.
Aquí el gran cambio es que
la ciencia está decidiendo que sí puede investigar, de acuerdo a métodos
sofisticados, el funcionamiento del alma, es decir de la conciencia, entonces
hay una revolución aquí, hay un cambio importante y se descubre que hay una
base fisiológica que es el funcionamiento de circuitos neuronales y se ha
avanzado muchísimo en detectar cómo son las señales químicas y eléctricas que
permiten a través de sinapsis que las neuronas se comuniquen entre sí etc. Pero
no se ha descubierto bien a bien cómo funciona esto y yo digo que no se va a
descubrir hasta que no logremos ver cómo se conectan estos circuitos interiores
digamos que con circuitos exteriores.
Fuente extraída: http://www.cronica.com.mx/notas/2007/316033.html
La década del cerebro,
transcurrida en los últimos diez años del siglo XX, no logró explicar los
mecanismos neuronales del pensamiento y de la conciencia. Pero puede que los
neurobiólogos estén buscando en la estructura funcional del cerebro humano
algo, la conciencia, que podría encontrarse en otra parte. Se ha hablado de los
diferentes sistemas cerebrales: el sistema reptílico, el sistema límbico y el
neocórtex. Creo que podemos agregar un cuarto nivel: el exocerebro. Importantes
deficiencias del sistema humano de codificación y clasificación, auspiciaron
probablemente en ciertos homínidos su substitución por la actividad de otras
regiones cerebrales estrechamente ligadas a sistemas culturales, lo que
significaría que la actividad neuronal no es posible sin la prótesis cultural
correspondiente. Mi hipótesis supone que ciertas regiones del cerebro humano
adquieren genéticamente una dependencia neurofisiológica del sistema simbólico
de sustitución. Este sistema, obviamente, se trasmite por mecanismos culturales
y sociales. Por Roger Bartra.
A principios del tercer
milenio el cerebro humano sigue siendo un órgano oculto que se resiste a rendir
sus secretos. Los científicos todavía no han logrado entender los mecanismos
neuronales que sustentan el pensamiento y la conciencia. Una gran parte de
estas funciones ocurre en la corteza cerebral, un tejido que parece la cáscara
de un enorme fruto, una papaya por ejemplo, que hubiese sido estrujada y
arrugada al introducirla en nuestro cráneo.
Me gustaría extraer esta
corteza para, al desplegar su surcos, extenderla como un pañuelo en el
escritorio frente a mí, con el propósito de escudriñar su textura. Si pudiese
hacerlo tendría ahora bajo mis ojos un hermoso paño gris de unos dos o tres
palmos de ancho. Mi mirada podría recorrer la delgada superficie para buscar
señales que me permitirían descifrar el misterio escondido en la red que
conecta a miles de millones de neuronas.
Algo similar es lo que han
logrado hacer los neurobiólogos. Gracias al refinamiento de nuevas técnicas de
observación del sistema nervioso (como las tomografías de emisión positrónica y
las imágenes de resonancia magnética funcional) los científicos avanzaron en el
estudio de las funciones cerebrales.
En su euforia bautizaron
los últimos diez años del siglo XX como la década del cerebro, y muchos
creyeron que estaban muy cerca de la solución de uno de los más grandes
misterios con los que se enfrenta la ciencia. Sin embargo, aunque desplegaron
ante nuestros ojos coloridas imágenes del maravilloso paisaje interior del
cerebro, no lograron explicar los mecanismos neuronales del pensamiento y de la
conciencia.
¿Mal congénito?
En cierta manera los
científicos abordaron el problema de la conciencia humana como lo hicieron los
naturalistas del siglo XVIII, que buscaban al hombre en estado de naturaleza
con el objeto de comprender la esencia desnuda de lo humano, despojado de toda
la artificialidad que lo oculta. ¿Es la cultura responsable de la violencia y
la corrupción que dominan a los hombres? ¿O hay un mal congénito impreso en la
naturaleza misma del hombre?
Para desentrañar el
misterio de la conciencia humana, la neurología también ha intentado buscar los
resortes biológicos naturales de la mente en el funcionamiento del sistema nervioso
central. Se ha querido desembarazar al cerebro de las vestiduras artificiales y
subjetivas que lo envuelven, para intentar responder a la pregunta: ¿la
conciencia, el lenguaje y la inteligencia son un fruto de la cultura o están
estampados genéticamente en los circuitos neuronales?
Sabemos desde hace tiempo
que el hombre en estado de naturaleza no existió más que en la imaginación de
los filósofos y naturalistas ilustrados. Y podemos sospechar que el hombre
neuronal desnudo tampoco existe: un cerebro humano en estado de naturaleza es
una ficción. Es comprensible y muy positivo que desde el principio la década
del cerebro quedase marcada por un fuerte rechazo del dualismo cartesiano.
Gerald Edelman, uno de los más inteligentes neurocientíficos actuales, abre su
libro sobre el tema de la mente con una crítica a la idea de una sustancia
pensante (res cogitans) separada del cuerpo, formulada por Descartes. Pero el
asunto se enturbió cuando el rechazo a las sustancias pensantes metafísicas se
convirtió en una ceguera ante los procesos culturales y sociales, que son
ciertamente extraacorpóreos.
Con esta inquietud en la
mente, al finalizar la década del cerebro leí el inteligente balance hecho por
Stevan Hartad (“No easy way out”) de los intentos por desvelar el misterio de
la conciencia y de las funciones mentales complejas. De este trabajo se
desprende que la década del cerebro avanzó en la explicación de algunos
aspectos del funcionamiento neuronal, pero dejó en la oscuridad el problema de
la conciencia.
Este balance me estimuló
poderosamente, y me hizo pensar que la neurobiología había hecho a un lado
aspectos fundamentales sin los cuales parecería difícil avanzar.
La conciencia en otra parte
Mi primera impresión fue la
siguiente: los neurobiólogos están buscando desesperadamente en la estructura
funcional del cerebro humano algo, la conciencia, que podría encontrarse en
otra parte. Quiero recordar que uso el término conciencia para referirme a la
autoconciencia o conciencia de ser consciente. Ante esta búsqueda supuse que un
médico renacentista pensaría que el sentimiento de constituir una partícula
individual única podría ser parte de la angustia producida por una función
defectuosa de los impulsos neumáticos en los ventrículos cerebrales que
impediría comprender el lugar del hombre en la Creación. La conciencia no
solamente radicaría en el funcionamiento del cerebro, sino además (y acaso
principalmente) en el sufrimiento de una disfunción.
Se dice que un motor o una
máquina neumática (como el cerebro en que pensaba la medicina galénica, animado
por el pneuma) “sufre” cuando se aplica a una tarea superior a sus fuerzas. El
resultado es que se para. Como experimento mental, supongamos que ese motor
neumático es un “cerebro en estado de naturaleza” enfrentado a resolver un
problema que está más allá de su capacidad. Este motor neumático está sometido
a un “sufrimiento”.
Ahora supongamos que este
cerebro neumático abandona su estado de naturaleza, y no se apaga ni se para
como le ocurriría a un motor limitado a usar únicamente sus recursos
“naturales”. En lugar de detenerse y quedarse estacionado en su condición
natural, este hipotético motor neuronal genera una prótesis mental para
sobrevivir a pesar del intenso sufrimiento. Esta prótesis ni tiene un carácter
somático, pero sustituye las funciones somáticas debilitadas.
Hay que señalar de
inmediato que es necesario reprimir los impulsos cartesianos de un médico del
siglo XVII: estas prótesis extrasomáticas no son sustancias pensantes apartadas
del cuerpo, ni energías sobrenaturales y metafísicas, ni programas informáticos
que pueden separarse del cuerpo como la sonrisa de Cheshire. La prótesis es en
realidad una red cultural y social de mecanismos extrasomáticos estrechamente
vinculada al cerebro. Por supuesto, esta búsqueda debe tratar de encontrar
algunos mecanismos cerebrales que puedan conectarse con los elementos
extracorporales.
Prótesis cultural
Regresemos a nuestro
experimento mental. Tendremos que tratar de explicar por qué un ser humano (o
protohumano) enfrentado a un importante reto –como puede ser un cambio de
hábita-, y al sentir por ello un agudo sufrimiento, a diferencia de lo que le
ocurriría a un motor (o a una mosca), genera una poderosa conciencia individual
en lugar de quedar paralizado o muerto.
En su origen esta
conciencia es una prótesis cultural (de manera principal el habla y el uso de
símbolos) que, asociada al empleo de herramientas, permite la sobrevivencia en
un mundo que se ha vuelto excesivamente hostil y difícil. Los circuitos de las
emociones angustiosas generadas por la dificultad de sobrevivir pasan por los
espacios extrasomáticos de las prótesis culturales, pero los circuitos
neuronales a los que se conectan se percatan de la “exterioridad” o “extrañeza”
de estos canales simbólicos y lingüísticos. Hay que subrayar que, vista desde
esta perspectiva, la conciencia no radica en el percatarse de que hay un mundo
exterior (un hábitat), sino en que una porción de ese contorno externo
“funciona” como si fuese parte de los circuitos neuronales.
Para decirlo de otra
manera: la incapacidad y disfuncionalidad del circuito somático cerebral son
compensadas por funcionalidades y capacidades de índole cultural. El misterio
se halla en que el circuito neuronal es sensible al hecho de que es incompleto
y de que necesita de un suplemento externo. Esta sensibilidad es parte de la
conciencia.
Uno de los mejores
investigadores reseñados por Hartad, Antonio Damasio, insiste en la división
entre el medio interior, precursor del yo individual, y su contorno exterior.
Es posible que esta creencia, profundamente arraigada entre los neurobiólogos,
sea un obstáculo para avanzar en la comprensión de las bases fisiológicas de la
conciencia humana.
Circuitos
externos
Consideremos una idea
diferente: la conciencia surgiría de la capacidad cerebral de reconocer la
continuación de un proceso interno en circuitos externos ubicados en el
contorno. Es como si una parte del metabolismo digestivo y sanguíneo ocurriese
artificialmente fuera de nosotros. Podríamos contemplar, plastificadas,
nuestras tripas y nuestras venas enganchadas a un sistema portátil de prótesis
impulsadas por sistemas cibernéticos programados.
Esto ocurre en los cyborgs
de la ciencia-ficción y en los experimentos realizados en primates, los cuales,
gracias a un electrodo implantado, han logrado controlar mentalmente una
conexión cerebro-máquina para mover a distancia un brazo robot. En cambio,
estamos acostumbrados a estar rodeados de prótesis que nos ayudan a memorizar,
a calcular e incluso a codificar nuestras emociones.
Al respecto, otro de los
libros con que se cierra la década del cerebro, del filósofo Colin McGinn, usa
una imagen que me parece muy importante, aunque la desaprovecha
lamentablemente. En su argumentación para demostrar que el cerebro humano es
incapaz de encontrar una solución al problema de la conciencia, McGinn imagina
un organismo cuyo cerebro, en lugar de estar oculto dentro del cráneo, está distribuido
fuera de su cuerpo como una piel.
Se trata del exocerebro, similar al exoesqueleto de
los insectos o de los crustáceos. El hecho de que esté expuesto al exterior no
hace que este pellejo pensante sea más fácil de entender cuando, por ejemplo,
este organismo tiene la experiencia del rojo.
El carácter “privado” de la
conciencia, dice McGinn, no tiene nada que ver con el hecho de que nuestro
cerebro se encuentra oculto: la experiencia del color rojo en todos los casos
se encuentra enterrada en una interioridad completamente inaccesible. El error
de McGinn consiste en creer que la conciencia está sepultada en la
interioridad.
Exocerebro
cultural
Si suponemos que la extraña
criatura dotada de una epidermis neuronal es capaz de colorear su vientre
cuando piensa en rojo, y otros organismos de la misma especie lo pueden
contemplar e identificar, entonces nos acercamos a nuestra realidad: el
exocerebro cultural del que estamos dotados realmente se pone rojo cuando
dibujamos nuestras experiencias con tintas y pinturas de ese color.
Hay que decir que la idea
de un cerebro externo fue esbozada originalmente por Santiago Ramón y Cajal,
quien al comprobar la extraordinaria y precisa selectividad de las redes
neuronales en la retina, consideró a éstas como un cerebro simple, colocado
fuera del cráneo.
Yo quiero recuperar la
imagen del exocerebro para aludir a
los circuitos extrasomáticos de carácter simbólico. Se ha hablado de los
diferentes sistemas cerebrales: el sistema reptílico, el sistema límbico y el
neocórtex. (El autor se refiere a las ideas de Paul D. McLean, A triune concep
of brain and behaviour. Se refiere a tres tipos de cerebro: reptílico,
paleomamífero y neomamífero). Creo que podemos agregar un cuarto nivel: el exocerebro.
Para explicar y
complementar la idea, me gustaría hacer aquí un paralelismo inspirado en la
ingeniería biomédica, que construye sistemas de sustitución sensorial para
ciegos, sordos y otros discapacitados. La plasticidad neuronal permite que el
cerebro se adapte y construya en diferentes áreas los circuitos que funcionan
con deficiencias.
Si trasladamos al exocerebro este enfoque, podemos
suponer que importantes deficiencias o carencias del sistema de codificación y
clasificación, surgidas a raíz de un cambio ambiental o de mutaciones que
afectan seriamente algunos sentidos (olfato, oído), auspiciaron en ciertos
homínidos su substitución por la actividad de otras regiones cerebrales (áreas
de Broca y Wernicke) estrechamente ligadas a sistemas culturales de
codificación simbólica y lingüística.
La nueva condición presenta
un problema: la actividad neuronal sustitutiva no se entiende sin la prótesis
cultural correspondiente. Esta prótesis puede definirse como un sistema
simbólico de sustitución que tendría su origen en un conjunto de mecanismos
compensatorios que remplazan a aquellos que se han deteriorado o que sufren
deficiencias ante un medio ambiente muy distinto.
Mi hipótesis supone que
ciertas regiones del cerebro humano adquieren genéticamente una dependencia
neurofisiológica del sistema simbólico de sustitución. Este sistema,
obviamente, se trasmite por mecanismos culturales y sociales. Es como si el
cerebro necesitase la energía de circuitos externos para sintetizar y degradar
sustancias simbólicas e imaginarias, en un peculiar proceso anabólico y catabólico.
Este texto es un resumen
del capítulo La Hipótesis de la obra Antropología del cerebro: la conciencia y
los sistemas simbólicos, escrita por el Antropólogo Roger Bartra y publicada en
España por la Editorial Pre-Textos. Se reproduce con autorización de la
editorial.
FUENTE extraída en: http://www.tendencias21.net/La-conciencia-podria-estar-alojada-fuera-del-cerebro_a1305.html
DOCUFORUM
https://www.youtube.com/watch?v=i9bkmD4xwXM&t=2488s
Se proyectará otro vídeo, éste no es el que veremos en la tertulia
Tras visualizar el documental se abrirá el debate, planteándose todas las opiniones o interrogantes que surjan sobre el tema en cuestión.
Cómo llegar a RESTAURANTE-PIZZERIA GINOS BARCELONA:
Sito en la céntrica Ronda Universidad, nº 27, esquina con Balmes y Rambla de Catalunya, y a muy pocos metros de la Plaza de Catalunya en pleno corazón de la ciudad, tenéis 4 líneas de metros, e infinidad de líneas de autobuses.
También en la misma acera, para los que vengáis de cercanías, tenéis la RENFE.
Mejor ubicación imposible!!.
¡!Os esperamos!!
Móvil para confirmar asistencia o para cualquier consulta: 654113551
Montse Guardia.
GRUP PSICOGNOSIS SINGLES –GPS-
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