martes, 28 de febrero de 2017

CENA/TERTULIA: ¿DÓNDE ESTÁ LA CONCIENCIA? ¿ESTA EN NUESTRO CEREBRO O FUERA DE EL?



ACTIVIDADES SÁBADO 4 MARZO

CENA/TERTULIA:  

¿DÓNDE ESTÁ LA CONCIENCIA?
LA CONCIENCIA PODRÍA ESTAR ALOJADA FUERA DEL CEREBRO

"TEORÍA DEL EXOCEREBRO"



NOTA IMPORTANTE:  LA ESENCIA DE LA TERTULIA ESTÁ EN ÉSTE NEWSLETTER, NO EN EL DOCUMENTAL, POR LO QUE SI TENÉIS TIEMPO Y QUERÉIS TENER UN CONOCIMIENTO DEL TEMA, LEED LA SIGUIENTE INFORMACIÓN.

ES MUY DIFÍCIL ENCONTRAR UN DOCUMENTAL QUE INCLUYA TODA LA TEMÁTICA, EN OCASIONES ME HAN COMENTADO QUE EL VÍDEO NO HA ABARCADO TODO EL TEMA, ES POR ESA RAZÓN QUE OS PIDO, QUE QUIEN PUEDA, LEA.



Nuestro punto de encuentro para éste Sábado 4 de Marzo a las 20:00 horas, será en el RESTAURANTE PIZZERIA GINOS de  BARCELONAhttp://www.ginos.es/, sito en la  céntrica Ronda Universidad, nº 27, esquina con Balmes y Rambla de Catalunya, y a muy pocos metros de la Plaza de Catalunya. Es un local confortable donde podremos tertuliar con tranquilidad, realizar una conferencia, y disfrutar de buena cena.
Importante: 


Cuando entréis en el restaurante habréis de bajar unas escaleras, allí encontraréis la sala comedor para grupos.


Vamos a estar en un salón privado donde estaremos libres de ruidos ambientales. 


A las 20:00 horas iniciaremos pase del documental  - -¿DÓNDE ESTÁ LA CONCIENCIA? - LA CONCIENCIA PODRÍA ESTAR ALOJADA FUERA DEL CEREBRO-  "TEORÍA DEL EXOCEREBRO"    Se ruega puntualidad. Tras visualizar dicho documental, realizaremos un DOCUFORUM relacionado con éste tema.

Sobre las 22 horas cenaremos.

Para los más marchosos, después de cenar iremos a tomar unos refrescos para seguir con la velada en un ambiente más distendido.


Ruego confirmar asistencia para efectuar reserva de comensales. Para reservar llamad al móvil 654113551,  Montse Guardia.

A las 20 horas iniciaremos pase de documental

¿DONDE ESTÁ LA CONCIENCIA?
LA CONCIENCIA PODRÍA ESTAR ALOJADA FUERA DEL CEREBRO
"TEORÍA DEL EXOCEREBRO" 


 Se ruega puntualidad



ENTREVISTA AL DR. ROGER BARTRA


Ahora que está tan de moda hablar de neurociencias entrevistamos al doctor Roger Bartra quien nos habla del estudio antropológico social de la conciencia el cual tiene gran relevancia desde los noventas, la también llamada década del cerebro y nos hace interesantes revelaciones de la teoría que ahora es más aceptada, el exocerebro, mediante el cual el cerebro interno puede conocer y descifrar al mundo exterior. También nos comenta de su relación con la conciencia que en tiempos pasados era definida como el alma… —Suena doctor, como una delicia meterse a explorar el cerebro ¿Qué encontró usted en él? ¿Por qué escribió este libro? — Es un antropólogo que hace una expedición en busca de tribus primitivas, entró a explorar el cerebro, se metió a explorar el cerebro en búsqueda de las huellas de la conciencia, o sea, el objetivo de la investigación, de la expedición etnográfica, antropológica al interior del cerebro.

Es ver qué es lo que han descubierto los neurobiólogos, los psiquiatras, los neurólogos, qué es lo que han descubierto que nos puedan dar indicios de cómo funciona de la conciencia, porque es eso, uno de los grandes misterios. —¿Y qué es la conciencia? — La conciencia es el percatarse de la propia existencia como algo único e irrepetible. Los antiguos, no hablaban de conciencia, hablaban del alma, solamente que en su expresión filosófica y científica no tienen una connotación religiosa; la conciencia básicamente es el mismo fenómeno, es el ser consciente de estar consciente. — ¿Y cómo se logra eso? —

Ese es el gran misterio que los científicos no han descifrado, los circuitos neuronales en el cerebro cada vez que el funcionamiento cerebral permite a los humanos darnos cuenta de que existimos y de qué somos además una individualidad irrepetible, porque eso es básicamente la conciencia, es decir el percatarse de ser una subjetividad única, el hecho de que pensamos, cómo piensa el cerebro, cómo se piensa a sí mismo, cómo piensa a los demás, eso no se sabe bien a bien, entonces yo estoy intentando dar una primera respuesta a este fenómeno. —¿Y cuál es la respuesta que usted propone? — Esa respuesta es que, para entender la conciencia, es necesario buscar también fuera del cerebro, una instancia que yo llamo el exocerebro, o cerebro exterior, es decir, que los circuitos neuronales se conectan con circuitos culturales, lingüísticos principalmente, simbólicos, y esa relación con estos circuitos es lo que genera el fenómeno de la conciencia. Vamos a dar un ejemplo: es como si fuese una prótesis, una pata de palo, una dentadura, unos lentes, es una ayuda externa, pero está completamente conectada, como los circuitos cerebrales, esta prótesis es la cultura, son los circuitos culturales, es el lenguaje, es la música, son circuitos de carácter simbólico. Son dispositivos que desarrollaron los humanos más antiguos, más primitivos, para poderse orientar, es digamos el mecanismo básico, yo en este libro exploro cuál es la relación entre el cerebro y la cultura.

El cerebro funciona con señales químicas y eléctricas, la cultura funciona con señales simbólicas, en un caso tenemos signos y señales químicas que en otro lado son símbolos, es algo más complejo, el problema es ver cómo entran en relación. — ¿Cómo los entrelazamos? — Exactamente, cómo, vamos a decirlo, en términos de computación, se instala un módem entre la cultura y los circuitos cerebrales, hay una especie de mecanismo traductor. — ¿Y lo hacemos de manera automática? — Sin darnos cuenta, el hecho de que estemos conectados con el exterior, es justamente cuando nos percatamos de nuestra conciencia individual única e irrepetible, de nuestra subjetividad a diferencia de una animal.

 — ¿Para qué nos sirve este conocimiento? — El conocimiento de esto nos sirve básicamente para entender el funcionamiento del cerebro, para entender que tiene regiones que son, sociodependientes, que dependen del contorno exterior social, ésa es una gran discusión, porque la mayor parte de los neurobiólogos no lo aceptan tan fácilmente, ellos creen que la explicación del alma, digamos de la conciencia, se encuentra enteramente dentro de la cabeza, en el cerebro, que no es necesario recurrir a nada exterior y yo por el contrario pienso que si no se entiende el cerebro como una especie de entidad abierta cuyos circuitos neuronales que se continúan en circuitos simbólicos culturales, entonces todo esto es bastante complicado ¿No?, y eso que no estoy utilizando una terminología técnica.

— ¿Qué vamos a leer en su libro y qué vamos a encontrar para nuestro beneficio? — Digamos que el beneficio es el descubrimiento científico, los descubrimientos científicos no siempre tienen una utilidad o un beneficio a corto plazo, pero desde luego que conocer cómo opera nuestra conciencia, es muy importante, para empezar uno se aleja de las telarañas de tipo teológico que explican los estudios de la conciencia en términos metafísicos, es una manera de no explicar nada. Por ejemplo el alma creada por la divinidad, eso aterriza en problemas incluso políticos, el ser humano está dotado de una conciencia o de un alma, por lo tanto es algo perecedero, no es inmortal, entonces ése es uno de los grandes choques entre las ciencias biológicas y la teología. —¿Cuál sería entonces su teoría? —Es completamente, un interés, no es que sea opuesto, es lo que se refiere a todo aquello que define las acciones y reacciones de las cuales estamos conscientes, sobre las cuales decidimos, sobre las cuales se ejerce libre albedrío, la decisión. Yo decido, escribir un libro sobre la conciencia, me pongo a investigar al respecto, estoy consciente de este proceso, usted decide hacerme una entrevista, está decidiendo conscientemente, está decidiendo que ese tema debe ser interesante, que hay que explorarlo, tiene dos opciones: no explorarlo o no interesarse, o sí hacerlo, todas esas son nuestras opciones cotidianas, por eso somos conscientes.

El inconsciente del cual habla Freud, era el pensar que usted está realizando una acción, por un impulso inconsciente, arrojado en su cerebro pero que no se percata, tiene una frustración de detener aquí cosas de las que hablaba Freud, por lo tanto usted conduce su auto imprudentemente y puede tener un accidente, no sea que en la idea está reaccionando a una decepción de hace muchos años, o cosas de ese tipo. Son estos impulsos inconscientes diferentes a los instintos y al funcionamiento neurológico de cosas que son instintivas o automáticas como respirar etcétera, o cuando es consciente o puede ser consciente, pero se tiene que fijar ¿No? Hay otras cosas como la digestión de las cuales se sabe que existe porque sospecha que algo pasa en su cuerpo después de comer, pero en fin no es un proceso consciente ¿No?, entonces en el mundo de la libertad, de las decisiones, todo eso ocurre en buena medida dentro del cerebro, pero en nuestra relación con nosotros, normalmente esto se despacha hace siglos, con una explicación en su carácter metafísico, religioso, es el alma que tiene una existencia inmaterial, tiene una existencia que sobrepasa la finitud del cuerpo, y una vida posterior sana éste, funciona de acuerdo a principios no materiales y por lo tanto la ciencia no puede investigarla.

Aquí el gran cambio es que la ciencia está decidiendo que sí puede investigar, de acuerdo a métodos sofisticados, el funcionamiento del alma, es decir de la conciencia, entonces hay una revolución aquí, hay un cambio importante y se descubre que hay una base fisiológica que es el funcionamiento de circuitos neuronales y se ha avanzado muchísimo en detectar cómo son las señales químicas y eléctricas que permiten a través de sinapsis que las neuronas se comuniquen entre sí etc. Pero no se ha descubierto bien a bien cómo funciona esto y yo digo que no se va a descubrir hasta que no logremos ver cómo se conectan estos circuitos interiores digamos que con circuitos exteriores.



La década del cerebro, transcurrida en los últimos diez años del siglo XX, no logró explicar los mecanismos neuronales del pensamiento y de la conciencia. Pero puede que los neurobiólogos estén buscando en la estructura funcional del cerebro humano algo, la conciencia, que podría encontrarse en otra parte. Se ha hablado de los diferentes sistemas cerebrales: el sistema reptílico, el sistema límbico y el neocórtex. Creo que podemos agregar un cuarto nivel: el exocerebro. Importantes deficiencias del sistema humano de codificación y clasificación, auspiciaron probablemente en ciertos homínidos su substitución por la actividad de otras regiones cerebrales estrechamente ligadas a sistemas culturales, lo que significaría que la actividad neuronal no es posible sin la prótesis cultural correspondiente. Mi hipótesis supone que ciertas regiones del cerebro humano adquieren genéticamente una dependencia neurofisiológica del sistema simbólico de sustitución. Este sistema, obviamente, se trasmite por mecanismos culturales y sociales. Por Roger Bartra.

A principios del tercer milenio el cerebro humano sigue siendo un órgano oculto que se resiste a rendir sus secretos. Los científicos todavía no han logrado entender los mecanismos neuronales que sustentan el pensamiento y la conciencia. Una gran parte de estas funciones ocurre en la corteza cerebral, un tejido que parece la cáscara de un enorme fruto, una papaya por ejemplo, que hubiese sido estrujada y arrugada al introducirla en nuestro cráneo.

Me gustaría extraer esta corteza para, al desplegar su surcos, extenderla como un pañuelo en el escritorio frente a mí, con el propósito de escudriñar su textura. Si pudiese hacerlo tendría ahora bajo mis ojos un hermoso paño gris de unos dos o tres palmos de ancho. Mi mirada podría recorrer la delgada superficie para buscar señales que me permitirían descifrar el misterio escondido en la red que conecta a miles de millones de neuronas.

Algo similar es lo que han logrado hacer los neurobiólogos. Gracias al refinamiento de nuevas técnicas de observación del sistema nervioso (como las tomografías de emisión positrónica y las imágenes de resonancia magnética funcional) los científicos avanzaron en el estudio de las funciones cerebrales.

En su euforia bautizaron los últimos diez años del siglo XX como la década del cerebro, y muchos creyeron que estaban muy cerca de la solución de uno de los más grandes misterios con los que se enfrenta la ciencia. Sin embargo, aunque desplegaron ante nuestros ojos coloridas imágenes del maravilloso paisaje interior del cerebro, no lograron explicar los mecanismos neuronales del pensamiento y de la conciencia.


¿Mal congénito?


En cierta manera los científicos abordaron el problema de la conciencia humana como lo hicieron los naturalistas del siglo XVIII, que buscaban al hombre en estado de naturaleza con el objeto de comprender la esencia desnuda de lo humano, despojado de toda la artificialidad que lo oculta. ¿Es la cultura responsable de la violencia y la corrupción que dominan a los hombres? ¿O hay un mal congénito impreso en la naturaleza misma del hombre?

Para desentrañar el misterio de la conciencia humana, la neurología también ha intentado buscar los resortes biológicos naturales de la mente en el funcionamiento del sistema nervioso central. Se ha querido desembarazar al cerebro de las vestiduras artificiales y subjetivas que lo envuelven, para intentar responder a la pregunta: ¿la conciencia, el lenguaje y la inteligencia son un fruto de la cultura o están estampados genéticamente en los circuitos neuronales?

Sabemos desde hace tiempo que el hombre en estado de naturaleza no existió más que en la imaginación de los filósofos y naturalistas ilustrados. Y podemos sospechar que el hombre neuronal desnudo tampoco existe: un cerebro humano en estado de naturaleza es una ficción. Es comprensible y muy positivo que desde el principio la década del cerebro quedase marcada por un fuerte rechazo del dualismo cartesiano. Gerald Edelman, uno de los más inteligentes neurocientíficos actuales, abre su libro sobre el tema de la mente con una crítica a la idea de una sustancia pensante (res cogitans) separada del cuerpo, formulada por Descartes. Pero el asunto se enturbió cuando el rechazo a las sustancias pensantes metafísicas se convirtió en una ceguera ante los procesos culturales y sociales, que son ciertamente extraacorpóreos.

Con esta inquietud en la mente, al finalizar la década del cerebro leí el inteligente balance hecho por Stevan Hartad (“No easy way out”) de los intentos por desvelar el misterio de la conciencia y de las funciones mentales complejas. De este trabajo se desprende que la década del cerebro avanzó en la explicación de algunos aspectos del funcionamiento neuronal, pero dejó en la oscuridad el problema de la conciencia.

Este balance me estimuló poderosamente, y me hizo pensar que la neurobiología había hecho a un lado aspectos fundamentales sin los cuales parecería difícil avanzar.


La conciencia en otra parte


Mi primera impresión fue la siguiente: los neurobiólogos están buscando desesperadamente en la estructura funcional del cerebro humano algo, la conciencia, que podría encontrarse en otra parte. Quiero recordar que uso el término conciencia para referirme a la autoconciencia o conciencia de ser consciente. Ante esta búsqueda supuse que un médico renacentista pensaría que el sentimiento de constituir una partícula individual única podría ser parte de la angustia producida por una función defectuosa de los impulsos neumáticos en los ventrículos cerebrales que impediría comprender el lugar del hombre en la Creación. La conciencia no solamente radicaría en el funcionamiento del cerebro, sino además (y acaso principalmente) en el sufrimiento de una disfunción.

Se dice que un motor o una máquina neumática (como el cerebro en que pensaba la medicina galénica, animado por el pneuma) “sufre” cuando se aplica a una tarea superior a sus fuerzas. El resultado es que se para. Como experimento mental, supongamos que ese motor neumático es un “cerebro en estado de naturaleza” enfrentado a resolver un problema que está más allá de su capacidad. Este motor neumático está sometido a un “sufrimiento”.

Ahora supongamos que este cerebro neumático abandona su estado de naturaleza, y no se apaga ni se para como le ocurriría a un motor limitado a usar únicamente sus recursos “naturales”. En lugar de detenerse y quedarse estacionado en su condición natural, este hipotético motor neuronal genera una prótesis mental para sobrevivir a pesar del intenso sufrimiento. Esta prótesis ni tiene un carácter somático, pero sustituye las funciones somáticas debilitadas.

Hay que señalar de inmediato que es necesario reprimir los impulsos cartesianos de un médico del siglo XVII: estas prótesis extrasomáticas no son sustancias pensantes apartadas del cuerpo, ni energías sobrenaturales y metafísicas, ni programas informáticos que pueden separarse del cuerpo como la sonrisa de Cheshire. La prótesis es en realidad una red cultural y social de mecanismos extrasomáticos estrechamente vinculada al cerebro. Por supuesto, esta búsqueda debe tratar de encontrar algunos mecanismos cerebrales que puedan conectarse con los elementos extracorporales.


Prótesis cultural


Regresemos a nuestro experimento mental. Tendremos que tratar de explicar por qué un ser humano (o protohumano) enfrentado a un importante reto –como puede ser un cambio de hábita-, y al sentir por ello un agudo sufrimiento, a diferencia de lo que le ocurriría a un motor (o a una mosca), genera una poderosa conciencia individual en lugar de quedar paralizado o muerto.

En su origen esta conciencia es una prótesis cultural (de manera principal el habla y el uso de símbolos) que, asociada al empleo de herramientas, permite la sobrevivencia en un mundo que se ha vuelto excesivamente hostil y difícil. Los circuitos de las emociones angustiosas generadas por la dificultad de sobrevivir pasan por los espacios extrasomáticos de las prótesis culturales, pero los circuitos neuronales a los que se conectan se percatan de la “exterioridad” o “extrañeza” de estos canales simbólicos y lingüísticos. Hay que subrayar que, vista desde esta perspectiva, la conciencia no radica en el percatarse de que hay un mundo exterior (un hábitat), sino en que una porción de ese contorno externo “funciona” como si fuese parte de los circuitos neuronales.

Para decirlo de otra manera: la incapacidad y disfuncionalidad del circuito somático cerebral son compensadas por funcionalidades y capacidades de índole cultural. El misterio se halla en que el circuito neuronal es sensible al hecho de que es incompleto y de que necesita de un suplemento externo. Esta sensibilidad es parte de la conciencia.

Uno de los mejores investigadores reseñados por Hartad, Antonio Damasio, insiste en la división entre el medio interior, precursor del yo individual, y su contorno exterior. Es posible que esta creencia, profundamente arraigada entre los neurobiólogos, sea un obstáculo para avanzar en la comprensión de las bases fisiológicas de la conciencia humana.


Circuitos externos


Consideremos una idea diferente: la conciencia surgiría de la capacidad cerebral de reconocer la continuación de un proceso interno en circuitos externos ubicados en el contorno. Es como si una parte del metabolismo digestivo y sanguíneo ocurriese artificialmente fuera de nosotros. Podríamos contemplar, plastificadas, nuestras tripas y nuestras venas enganchadas a un sistema portátil de prótesis impulsadas por sistemas cibernéticos programados.

Esto ocurre en los cyborgs de la ciencia-ficción y en los experimentos realizados en primates, los cuales, gracias a un electrodo implantado, han logrado controlar mentalmente una conexión cerebro-máquina para mover a distancia un brazo robot. En cambio, estamos acostumbrados a estar rodeados de prótesis que nos ayudan a memorizar, a calcular e incluso a codificar nuestras emociones.

Al respecto, otro de los libros con que se cierra la década del cerebro, del filósofo Colin McGinn, usa una imagen que me parece muy importante, aunque la desaprovecha lamentablemente. En su argumentación para demostrar que el cerebro humano es incapaz de encontrar una solución al problema de la conciencia, McGinn imagina un organismo cuyo cerebro, en lugar de estar oculto dentro del cráneo, está distribuido fuera de su cuerpo como una piel.

Se trata del exocerebro, similar al exoesqueleto de los insectos o de los crustáceos. El hecho de que esté expuesto al exterior no hace que este pellejo pensante sea más fácil de entender cuando, por ejemplo, este organismo tiene la experiencia del rojo.
El carácter “privado” de la conciencia, dice McGinn, no tiene nada que ver con el hecho de que nuestro cerebro se encuentra oculto: la experiencia del color rojo en todos los casos se encuentra enterrada en una interioridad completamente inaccesible. El error de McGinn consiste en creer que la conciencia está sepultada en la interioridad.


Exocerebro cultural


Si suponemos que la extraña criatura dotada de una epidermis neuronal es capaz de colorear su vientre cuando piensa en rojo, y otros organismos de la misma especie lo pueden contemplar e identificar, entonces nos acercamos a nuestra realidad: el exocerebro cultural del que estamos dotados realmente se pone rojo cuando dibujamos nuestras experiencias con tintas y pinturas de ese color.

Hay que decir que la idea de un cerebro externo fue esbozada originalmente por Santiago Ramón y Cajal, quien al comprobar la extraordinaria y precisa selectividad de las redes neuronales en la retina, consideró a éstas como un cerebro simple, colocado fuera del cráneo.

Yo quiero recuperar la imagen del exocerebro para aludir a los circuitos extrasomáticos de carácter simbólico. Se ha hablado de los diferentes sistemas cerebrales: el sistema reptílico, el sistema límbico y el neocórtex. (El autor se refiere a las ideas de Paul D. McLean, A triune concep of brain and behaviour. Se refiere a tres tipos de cerebro: reptílico, paleomamífero y neomamífero). Creo que podemos agregar un cuarto nivel: el exocerebro.

Para explicar y complementar la idea, me gustaría hacer aquí un paralelismo inspirado en la ingeniería biomédica, que construye sistemas de sustitución sensorial para ciegos, sordos y otros discapacitados. La plasticidad neuronal permite que el cerebro se adapte y construya en diferentes áreas los circuitos que funcionan con deficiencias.

Si trasladamos al exocerebro este enfoque, podemos suponer que importantes deficiencias o carencias del sistema de codificación y clasificación, surgidas a raíz de un cambio ambiental o de mutaciones que afectan seriamente algunos sentidos (olfato, oído), auspiciaron en ciertos homínidos su substitución por la actividad de otras regiones cerebrales (áreas de Broca y Wernicke) estrechamente ligadas a sistemas culturales de codificación simbólica y lingüística.

La nueva condición presenta un problema: la actividad neuronal sustitutiva no se entiende sin la prótesis cultural correspondiente. Esta prótesis puede definirse como un sistema simbólico de sustitución que tendría su origen en un conjunto de mecanismos compensatorios que remplazan a aquellos que se han deteriorado o que sufren deficiencias ante un medio ambiente muy distinto.

Mi hipótesis supone que ciertas regiones del cerebro humano adquieren genéticamente una dependencia neurofisiológica del sistema simbólico de sustitución. Este sistema, obviamente, se trasmite por mecanismos culturales y sociales. Es como si el cerebro necesitase la energía de circuitos externos para sintetizar y degradar sustancias simbólicas e imaginarias, en un peculiar proceso anabólico y catabólico.

Este texto es un resumen del capítulo La Hipótesis de la obra Antropología del cerebro: la conciencia y los sistemas simbólicos, escrita por el Antropólogo Roger Bartra y publicada en España por la Editorial Pre-Textos. Se reproduce con autorización de la editorial.




DOCUFORUM

https://www.youtube.com/watch?v=i9bkmD4xwXM&t=2488s




Se proyectará otro vídeo, éste no es el que veremos en la tertulia

Tras visualizar el documental se abrirá el debate, planteándose todas las opiniones o interrogantes que surjan sobre el tema en cuestión.


Cómo llegar a RESTAURANTE-PIZZERIA GINOS BARCELONA:




Sito en la  céntrica Ronda Universidad, nº 27, esquina con Balmes y Rambla de Catalunya, y a muy pocos metros de la Plaza de Catalunya en pleno corazón de la ciudad, tenéis 4 líneas de metros, e infinidad de líneas de autobuses.

También en la misma acera, para los que vengáis de cercanías, tenéis la RENFE.

Mejor ubicación imposible!!.


¡!Os esperamos!!


Móvil para confirmar asistencia o para cualquier consulta: 654113551

Montse Guardia.





GRUP PSICOGNOSIS SINGLES –GPS-

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