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Concepto: La homeopatía es una terapéutica reactiva que contempla al ser vivo, animal o humano, como un ser único, indivisible y equilibrado. Contempla la enfermedad como una reacción o mecanismo de ese organismo ante cualquier agresión o amenaza a su equilibrio. La naturaleza del ser vivo tiende a restablecer ese equilibrio, cosa que no siempre logra. Entonces ha de ser ayudado. La enfermedad, por tanto, es un trastorno de todo el organismo, y no un trastorno localizado.
Esas manifestaciones darían lugar a lesiones que se aparecen en los distintos sistemas, (dérmico, circulatorio, respiratorio, etc.) pero mientras no tratemos el trastorno central, el organismo no mejorará. Desde una verruga, pasando por un afta bucal, hasta una lesión única tumoral, han de ser entendidos como un trastorno orgánico profundo con una manifestación local o externa visible.
La manera de enfermar es el trastorno funcional previo a la aparición de la lesión. Cada persona posee su manera particular de enfermar. Dos personas pueden tener la misma lesión pero haber llegado a ella por maneras de enfermar diferentes. Por tanto, han de ser curadas de manera diferente. Esa es la diferencia entre la homeopatía y la alopatía.
El medicamento homeopático
El medicamento homeopático es un medicamento como otro cualquiera, preparado según la Farmacopea. España ha adaptado la farmacopea francesa y se rige por ella. Veamos algunos conceptos interesantes sobre estas preparaciones.
Cepas:
Se conoce como cepas a las substancias u organismos vegetales, animales o minerales que dan origen a los medicamentos homeopáticos.
Tinturas madre:
Se conoce como tinturas madre a las tinturas preparadas por el método homeopático a partir de las cepas.
Dilución:
La dilución es el proceso de potenciación del medicamento homeopático. Gracias a él, el medicamento pierde toxicidad y gana actividad.
Formas farmacéuticas
Para ser administrado, el medicamento homeopático se presenta en diferentes formas farmacéuticas
Precauciones:
Los medicamentos homeopáticos deben preservarse de la luz mantenerse alejados de las fuentes de calor, en un lugar fresco, si superar nunca los 50 º C, lejos de productos químicos u otros medicamentos y de aparatos que emitan radiación (televisores microondas, ordenadores, etc).
Los medicamentos deben tomarse lejos de comidas y no utilizar durante el tratamiento sustancias aromáticas como la menta, el eucalipto, etc.
Para la toma de las formas sólidas se recomienda utilizar el tapón dosificador y depositar con él los gránulos bajo la lengua. Evitar tocar los gránulos con los dedos o depositarlos en la mano. Dejar que se disuelvan por completo para facilitar la absorción sublingual.
Para las formas líquidas se recomienda mantener varios segundos bajo la lengua antes de ingerirlas.
Historia de la Homeopatía
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La Historia de la Homeopatía se inicia en el origen mismo de la Medicina. El primer médico que se le considera como tal fue un asklepiades de la isla de Cos, llamado
Hipócrates, que en su Natura Morborum Medicatrix propuso que la Medicina, para curar, lo primero que tenía que hacer era no dañar (Primus non nocere). También dejó bien claro que las enfermedades pueden ser curadas por medio de medicamentos que tengan sus mismas propiedades (Similia similibus curantur).
En el mismo tratado enunció otro principio, en el que afirmaba que podían ser tratadas por los que tienen las contrarias (Contraria contraribus curantur). Hipócrates, padre de la medicina, vivió en la citada isla los siglos V y IV a.E.C.
Fue sucedido en su paternidad por Galeno quien tomó de aquellos principios solo uno, prefiriendo lo fácil y decidiéndose por el de los contrarios. Nada podemos achacarle pues es una característica del ser humano.
Pero, para seguir con nuestra historia, hemos de llegar a otro personaje singular llamado Theophrastus Bombastus von Hohenhein, conocido también como Paracelso, quien trató de curar la antracosis y silicosis de los mineros de las minas de los Fugger, atribuyéndolas a la inhalación del polvo de la mina. Todas estas observaciones son anotadas y publicadas en un libro titulado Von der Bergsucht un anderen Bergkrankheiten. Allí se pregunta si esas sustancias tan nocivas para el organismo, no serán susceptibles de curarlo.
Pero la Homeopatía como tal aparece con Samuel Christian Frederic Hahnemann. Había nacido en Dresden en 1755 y se graduó en Medicina y Cirugía el año 1776.
Hahneman ejerció como médico pero con el tiempo sintió vacilar sus convicciones científicas ante el magro potencial terapéutico de aquella época en la que a los purgantes y catárticos, propuestos por el Corpus Hipocráticus para lograr la katrasis del cuerpo humano, apenas se habían agregado sangrías y lavativas.
Gran políglota, hablaba francés, inglés, español, sirio, latín, griego, hebreo y árabe, en forma fluida, dedicó su tiempo a la traducción de libros extranjeros.
Traducía una obra del escocés William CULLEN cuando, al llegar a la corteza de quina, le llamó la atención la afirmación de que actuaba por las propiedades roborativas que ejercía sobre el estómago. A Hahnemann aquello le llamó la atención pues recordaba que cuando fue tratado con grandes dosis de quinina para curar unas fiebres tercianas, lejos de fortalecer su estómago se lo había debilitado provocándole un principio de gastritis.
Decidió experimentar por él mismo y se sometió a un tratamiento con grandes dosis de quinina durante varios días. Entonces, en vez de sentir fortalecido su estómago, sintió una serie de molestias que le recordaron a las fiebres tercianas que él había sufrido: Brotes febriles, sed, enfriamiento de las extremidades, debilidad, angustia y somnolencia. Entonces escribe: Los remedios que curan las fiebres recurrentes provocan una especie de fiebres.
Continúa sus experimentos en él y sus amigos y decide tratar las enfermedades aplicando medicamentos similia a dosis muy bajas. Con el tiempo observó dos cosas: que cuanto más baja era la dosis, más potencia curativa tenía y que cuando se lo administraba al enfermo en su casa, era más potente que cuando se lo administraba en su consulta. Observando, llegó a la conclusión de que este último efecto era producido por el movimiento del caballo con el que se desplazaba para efectuar sus visitas y decidió aplicarlo en el momento de la fabricación. Así nace la dinamización.
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