domingo, 29 de agosto de 2010

AUTOESTIMA FEMENINA

VIOLENCIA DE GÉNERO

Se han preguntado alguna vez porqué algunas mujeres aguantan vejaciones, malos tratos psicológicos, y muy frecuentemente físicos, al extremo de que peligre su integridad física?

De todos es sabido el fenómeno sociológico de violencia doméstica que año tras año va en aumento y las cifras de mujeres maltratadas y asesinadas es francamente alarmante, a pesar de las campañas de concienciación y ayudas que se les ofrece a esas mujeres a través de los medios de comunicación, y a nivel de comunidades autónomas se les brinda apoyo y asesoramiento a las victimas, e incluso protección a nivel legal, y aún así, siguen generándose de manera paradoxal, los casos más extremos, llegando a fatales desenlaces como morir en manos de su maltratador.

Dejando aparte los casos más fatídicos, no debemos olvidar la cantidad de mujeres que en su vida cotidiana aguantan o si me lo permiten, toleran malos tratos hacia su persona, sean de la índole que sean.

Seguramente muchas mujeres se preguntarán el por qué; la respuesta en un primer instante puede parecer sencilla, pero permítanme decirles que no lo es tanto como aparentemente parece, puesto que no hay una respuesta si no múltiples y es por esa razón que no existe una solución absoluta, ya que intervienen factores emocionales, genéticos y sobre todo ambientales, que a continuación, para su conocimiento expondré.

Para empezar debemos partir de que los seres humanos pertenecemos o formamos parte de un grupo, es decir, de una sociedad con esteriotipos rígidos y sobre éstos asentamos nuestra manera de enfocar o construir nuestra vida, nuestro mundo, nuestra realidad. Fíjense que he utilizado la palabra nuestra realidad, puesto que los sentimientos y las emociones son puramente subjetivos, es decir, lo que yo pueda sentir, no lo tiene porque sentir de la misma manera otra persona.

Partiendo de esta base, todos nuestros pensamientos y nuestras acciones así como la manera de afrontar las absversidades en las que nos encontramos cotidianamente, se pueden modificar si nosotros así lo deseamos, eso, mis queridas lectoras/es es la clave, si, si, han leído bien, pues dependerá de cómo actuemos, como pensemos o reaccionemos ante una situación, y en función del rol que queramos asumir, nos convertiremos en víctimas o en personas libres de dependencias, ya que éstas nos pueden causar desequilibrios psicológicos que para nada nos aportan tranquilidad y felicidad, sino todo lo contrario nos llevan a situaciones traumatizantes y estresantes que ningún ser humano desea.

Llegado a este punto podemos entrever que el seguir en el rol de víctima depende única y exclusivamente de la víctima en sí. Con ello quiero decir que la persona que tolera vejaciones o malos tratos, si decide dejar de asumir dicho rol, ésta dejará de sufrirlos, y en estos casos el agresor o verdugo al encontrarse sin victima se buscará otra persona con la que ensañarse, ya que si no hay víctima, no hay verdugo.

Pero claro, no todo es tan sencillo ya que en éstas situaciones límite el agresor y la víctima necesitan ayuda profesional, o psicológica, pero nos encontramos en que en la mayoría de los casos no son concientes de que sufren lo que llamamos en psicología “trastornos de personalidad”, como por ejemplo el trastorno de personalidad por dependencia, que aunque les parezca un tanto exagerado, en la mayoría de parejas un miembro o ambos, lo sufren, ya que existen estadios que son más o menos leves y que están dentro de los parámetros de la normalidad de la conducta humana.

Los trastornos de personalidad, tipificados en el DSM-IV o en el CIE-10 Vademécum de psiquiatras y psicólogos, suelen ser estados psicológicos transitorios pero también pueden ser crónicos y graves, y es en estos casos cuando se precisa ayuda de un profesional y en función del caso, pueden ser reversibles si siguen una psicoterapia consiguiendo una franca mejoría, aunque eso si, la tendencia a sufrirlos estará latente.

Para que puedan identificar en ustedes o en personas que formen parte de su entorno social, les reseñaré a grandes rasgos algunos síntomas que pueden advertir la posibilidad de existir algún tipo de trastorno de personalidad, y así saber cuando han de acudir a un profesional para que pueda ayudarles a salir del callejón sin salida en el que se encuentran.

Criterios para el diagnóstico de
F60.7 Trastorno de la personalidad por dependencia (301.6)


Una necesidad general y excesiva de que se ocupen de uno, que ocasiona un comportamiento de sumisión y adhesión y temores de separación, que empieza al inicio de la edad adulta y se da en varios contextos, como lo indican cinco (o más) de los siguientes ítems:

1. tiene dificultades para tomar las decisiones cotidianas si no cuenta con un excesivo aconsejamiento y reafirmación por parte de los demás.

2. necesidad de que otros asuman la responsabilidad en las principales parcelas de su vida.

3. tiene dificultades para expresar el desacuerdo con los demás debido al temor a la pérdida de apoyo o aprobación. Nota: No se incluyen los temores o la retribución realistas.

4. tiene dificultades para iniciar proyectos o para hacer las cosas a su manera (debido a la falta de confianza en su propio juicio o en sus capacidades más que a una falta de motivación o de energía).

5. va demasiado lejos llevado por su deseo de lograr protección y apoyo de los demás, hasta el punto de prestarse voluntario para realizar tareas desagradables.

6. se siente incómodo o desamparado cuando está solo debido a sus temores exagerados a ser incapaz de cuidar de sí mismo.

7. cuando termina una relación importante, busca urgentemente otra relación que le proporcione el cuidado y el apoyo que necesita.

8. está preocupado de forma no realista por el miedo a que le abandonen y tenga que cuidar de sí mismo.

 
Criterios para el diagnóstico de
F60.3 Trastorno límite de la personalidad (301.83)


Un patrón general de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la autoimagen y la efectividad, y una notable impulsividad, que comienzan al principio de la edad adulta y se dan en diversos contextos, como lo indican cinco (o más) de los siguientes ítems:

1. esfuerzos frenéticos para evitar un abandono real o imaginado. Nota: No incluir los comportamientos suicidas o de automutilación que se recogen en el Criterio 5.

2. un patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas caracterizado por la alternancia entre los extremos de idealización y devaluación.

3. alteración de la identidad: autoimagen o sentido de sí mismo acusada y persistentemente inestable.

4. impulsividad en al menos dos áreas, que es potencialmente dañina para sí mismo (p. ej., gastos, sexo, abuso de sustancias, conducción temeraria, atracones de comida). Nota: No incluir los comportamientos suicidas o de automutilación que se recogen en el Criterio 5.

5. comportamientos, intentos o amenazas suicidas recurrentes, o comportamiento de automutilación.

6. inestabilidad afectiva debida a una notable reactividad del estado de ánimo (p. ej., episodios de intensa disforia, irritabilidad o ansiedad, que suelen durar unas horas y rara vez unos días)

7. sentimientos crónicos de vacío.

8. ira inapropiada e intensa o dificultades para controlar la ira (p. ej., muestras frecuentes de mal genio, enfado constante, peleas físicas recurrentes).

9. ideación paranoide transitoria relacionada con el estrés o síntomas disociativos graves.

Cito los trastornos más corrientes en estos casos, aunque existen otros, siendo éstos los más comunes generadores de una baja autoestima y por ende la persona que los padece, llega a tolerar e incluso creer, que merecen ser maltratadas.

La finalidad de este artículo es que tomen conciencia de que una de las causas por las que las mujeres toleran malos tratos, a pesar de la clase social a la que pertenezcan, así como la cultura que posean, se debe primordialmente, entre otras causas, por carencias afectivas de base y/o patrones comportamentales adquiridos en su niñez, es decir, conductas aprendidas de su entorno más próximo como los padres, cuidadores, etc.

Los primeros siete años de vida del ser humano son vitales para la formación de nuestro carácter o temperamento, es decir, los mecanismos mentales que de adultos vamos a utilizar son ya aprendidos correctamente o erróneamente en nuestra infancia, por lo tanto, en función de nuestras experiencias en nuestra niñez, y como hayamos introducido en nuestra psique dichas experiencias, nos determinará la manera en la que abordaremos cualquier tipo de obstáculo en nuestras vidas, y para poner un ejemplo de ello, citaré un caso real pero evidentemente omitiendo datos.

Sra. 36 años casada con dos niños.

Acude a la consulta para manifestar su ansiedad y tristeza porque su marido la maltrata psicológica y físicamente

La paciente comenta que su marido es muy autoritario y se enfada mucho si las cosas no están en orden y limpias, ella no entiende esa obsesión y además afirma que su Padre hacia exactamente lo mismo, es decir, era muy intolerante y la castigaba si no tenia su habitación ordenada.

Nos relata que cuando su habitación estaba desordenada su Padre le decía.. no sirves para nada …(…), ni para ordenar tus cosas, eres un desastre…..

Esas palabras repetidas una y otra vez han quedado grabadas en la psique de la Sra. X y llegando a creer que es verdad, ya que su marido le dice exactamente lo mismo.

Ello ha generado indiscutiblemente una baja autoestima creyéndose y llevando a cabo una vida desordenada tanto mental como físicamente.


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Este es un caso muy típico de las creencias que introyectamos en nuestra infancia y que las extrapolamos en nuestra madurez hasta el punto de generar o repetirse el mismo conflicto de base.


He de hacer hincapié que en la mayoría de los casos la persona no es conciente, o al menos si lo és no lo reconoce, en el estado psicológico en el que se encuentra y es precisamente aquí donde podemos intervenir los psicoterapeutas para que la persona se percate de que todas esas creencias son producto de argumentos adquiridos y aprendidos y que se pueden desprogramar y desaprender.


Espero que lo mencionado en este artículo les haya proporcionado un conocimiento más amplio de cómo reconocer, afrontar y combatir los trastornos citados. Por último decirles que en un próximo artículo les hablaré como potenciar su autoestima y como han de incrementar su asertividad para que puedan tener unas relaciones sanas y placenteras y el equilibrio psicológico necesario para disfrutar de la vida y por ende, de todo cuanto nos rodea.



Montserrat Guardia
Licenciada en Psicología
Colegiada nº 17.982

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