domingo, 8 de enero de 2017

CENA/TERTULIA: "ASUEROTERAPIA" -LOS MILAGROS DEL DR. ASUERO"


ACTIVIDADES SÁBADO 14 DE ENERO

CENA/TERTULIA:  

"ASUEROTERAPIA" 
LOS MILAGROS DEL DR. ASUERO

¿CIENCIA O SUGESTIÓN?

¿POR QUÉ NUNCA SE REALIZÓ UNA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA SOBRE DICHO MÉTODO?


Precio de entrada al documental y tertulia: 3 euros


NOTA IMPORTANTE:  LA ESENCIA DE LA TERTULIA ESTÁ EN ÉSTE NEWSLETTER, NO EN EL DOCUMENTAL, POR LO QUE SI TENÉIS TIEMPO Y QUERÉIS TENER UN CONOCIMIENTO DEL TEMA, LEED LA SIGUIENTE INFORMACIÓN.
ES MUY DIFÍCIL ENCONTRAR UN DOCUMENTAL QUE INCLUYA TODA LA TEMÁTICA, EN OCASIONES ME HAN COMENTADO QUE EL VÍDEO NO HA ABARCADO TODO EL TEMA, ES POR ESA RAZÓN QUE OS PIDO, QUE QUIEN PUEDA, LEA.



Nuestro punto de encuentro para éste Sábado 14 de Enero a las 20:00 horas, será en el RESTAURANTE PIZZERIA GINOS de  BARCELONAhttp://www.ginos.es/, sito en la  céntrica Ronda Universidad, nº 27, esquina con Balmes y Rambla de Catalunya, y a muy pocos metros de la Plaza de Catalunya. Es un local confortable donde podremos tertuliar con tranquilidad, realizar una conferencia, y disfrutar de buena cena.
Importante: 


Cuando entréis en el restaurante habréis de bajar unas escaleras, allí encontraréis la sala comedor para grupos.
Vamos a estar en un salón privado donde estaremos libres de ruidos ambientales. 



A las 20:00 horas iniciaremos pase del documental  - "ASUEROTERAPIA" -LOS MILAGROS DEL DR. ASUERO. ¿CIENCIA O SUGESTIÓN? ¿POR QUÉ NUNCA SE REALIZÓ UNA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA SOBRE DICHO MÉTODO?   Se ruega puntualidad. Tras visualizar dicho documental, realizaremos un DOCUFORUM relacionado con éste tema.

Sobre las 22 horas cenaremos.

Para los más marchosos, después de cenar iremos a tomar unos refrescos para seguir con la velada en un ambiente más distendido.


Ruego confirmar asistencia para efectuar reserva de comensales. Para reservar llamad al móvil 654113551,  Montse Guardia.

A las 20 horas iniciaremos pase de documental

"ASUEROTERAPIA" 
LOS MILAGROS DEL DR. ASUERO
¿CIENCIA O SUGESTIÓN? 
¿POR QUÉ NUNCA SE REALIZO UNA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA SOBRE  DICHO MÉTODO? 


 Se ruega puntualidad





LAS CURAS “MILAGROSAS” DEL DOCTOR ASUERO


Se han cumplido 86 años de un hecho que conmocionó a España en la década de los 30. Fueron las conocidas curas del doctor Asuero, cuya controversia trascendió a través de la prensa nuestras fronteras. Un personaje de renombre internacional…

El protagonista indiscutible de esta historia fue Fernando Asuero, quien decidió seguir la profesión que ya habían ejercido algunos de sus antepasados: la medicina. Asuero nació en San Sebastián el 29 de mayo de 1887, en el segundo piso del número 3 de la calle Marimar. Quienes le conocieron aseguran que se trataba de una persona instruida, jovial, un hombre divertido, con gran sentido del humor, inteligente y profesional. Uno de sus amigos, José María de Barbachano, autor del libro El Dr. Asuero: mago de la medicina, lo describe como un hombre afable que siempre estaba riendo. Así era el doctor Asuero, cuya profesionalidad jamás fue cuestionada.

Si se mencionan sus cualidades es, en parte, porque todo indica que su revolucionario método de curación precisaba de un fuerte componente psíquico, de una extraña sintonía entre el alma del paciente y la de su doctor. Precisamente, una de las aficiones más conocidas de este personaje era leer sobre lo que en aquel tiempo se llamaban “ciencias ocultas”. En el libro Las curaciones del doctor Asuero, su autor, José Carlos Vea, asegura que a Asuero “el ocultismo y lo paranormal no le eran ajenos, ya que se interesaba por aquellas cuestiones de difícil explicación por parte de la ciencia”. Asimismo, era un apasionado de la cultura china y de sus procedimientos curativos, especialmente de la acupuntura, cuya efectividad comenzaba a ser conocida en Occidente.

Estudió Medicina en la Universidad de Madrid, especializándose en otorrinolaringología, gracias a su formación en París y en la Universidad de Cambridge. Tras ello, Asuero regresó a San Sebastián para trabajar en el Hospital de San Antonio Abad como médico de guardia suplente y más tarde abrió su propio gabinete de consulta en el céntrico número 1 de la calle Loyola.

Poco a poco se fue ganando las simpatías de los donostiarras, que le veían como un médico atento y simpático, hasta que el 9 de mayo de 1929, el nombre de Fernando Asuero, de 42 años de edad, saltó a las portadas de diversos diarios…



La prensa habla de curas milagrosas

Los primeros periódicos que hablaron de él fueron los ya desaparecidos Informaciones, El Sol y La Voz, desencadenando la polémica a través de sus sensacionalistas titulares. Desde aquel instante, el suceso crecería en intensidad provocando acalorados debates.

En aquellos días los diarios nacionales comienzan a recoger lo que vendría a llamarse el “método Asuero”. Consistía básicamente en realizar una cauterización sobre la mucosa del cornete nasal, aunque posteriormente el método se simplificó hasta el punto de tratarse sólo de la introducción por la nariz de un estilete con terminación en forma de roseta, en frío o templado a la llama. Una operación a través de la nariz que no necesitaba de habilidades especiales, tan sólo de una maniobra para excitar las ramas terminales de un nervio llamado trigémino que se conecta con otro apodado simpático.

Era un método sencillo e inocuo. Los enfermos que acudían a la consulta del doctor Asuero podían ver mitigadas o curadas sus enfermedades, pero nunca agravadas, ni tampoco ver aparecer nuevas dolencias. Las sanaciones más espectaculares fueron las que experimentaron personajes aquejados de diversos tipos de invalidez, pero el galeno donostiarra afirmaba en sus escritos haber curado también cefaleas, ciática, epilepsia, sorderas, úlceras, cegueras… y no cobraba incentivos por ello.


Los periodistas acudieron en masa a la consulta del doctor Asuero para entrevistarle sobre su método y comprobar la veracidad de las supuestas curaciones, pero él se negó a hablar. Sin embargo, gracias a los testimonios de varios enfermos ya sanados, lograron averiguar que consistía en excitar –mediante unos estiletes acabados en forma de roseta– diversos nervios nasales, principalmente el trigémino, que está conectado a otro, el simpático.


Lo asombroso de su técnica era que de una forma tan sencilla se lograra curar enfermedades tan diversas como el asma, la epilepsia, las úlceras varicosas, la sordera, la ceguera y la parálisis, al tiempo que destacaba su efectividad sobre los procesos dolorosos. Además, para lograrlo no hacían falta muchas sesiones ni largas operaciones; bastaban unas pocas citas y, en ocasiones, solo unos minutos.

En aquél lugar se desarrollaba hasta entonces la mencionada operación, pero desde el momento que saltó la noticia a la prensa, la relevancia del caso provocó que el gabinete se quedara excesivamente pequeño, y Asuero hubo de trasladar la consulta al Hotel Príncipe, junto al río Urumea. Allí alquila tres habitaciones en su primer piso, teniendo también que contratar a dos médicos, dos enfermeras y diverso personal administrativo para controlar el consultorio. Y es que eran cientos las personas que a diario pedían ser tratadas por el entonces famoso doctor Asuero. Se colapsaban las calles adyacentes, los hoteles de la ciudad registraban un lleno absoluto…

Relevante fue la curación de Benito Jovarri, un hombre que llevaba más de 20 años inválido y que, tras acudir a la consulta del doctor Asuero, pudo salir andando ante el clamor de las decenas de personas que se agolpaban en la entrada. Otro enfermo que se curó fue el guardia civil Alberto Sánchez, que abandonó las muletas a la primera intervención…

Y mientras esto sucedía a pie de calle, en los periódicos el debate también continuaba. ¿Verdad o mentira? ¿Cura o no cura el doctor Asuero?, se preguntaban en las redacciones de El Sol, ABC, La Nación… La mayoría de estos diarios enviaron corresponsales a San Sebastián para entrevistarse con Asuero. Querían que les hablara de su método, que se bautizó como la Asueroterapia. Pero casi nunca consiguieron arrancarle unas palabras.

A los pocos días los periódicos ya habían adoptado una postura concreta en relación con el doctor Asuero. La mayoría de los medios optó por la crítica feroz y la burla, con titulares del tipo “Como maniobra psicoterápica puede pasar, pero como invento maravilloso linda con la caricatura” o “El caso del trigémino. Si es broma puede pasar”. El Heraldo de Madrid incluso creó una sección propia sobre el tema con el epígrafe “Un escándalo científico”.

¿Ciencia o sugestión?

Muchos de sus colegas y la mayor parte de los académicos se preguntaban por el cientifismo de la asueroterapia, aunque nunca se cuestionó la profesionalidad del doctor.

Desde diversas instancias médicas y periodísticas se pidió que el doctor explicara las bases científicas de la asueroterapia, pero éste continuó sin dar una sola explicación. No importaban las críticas de sus colegas, la opinión pública tenía muy claras sus conclusiones. De Asuero se charlaba en los cafés, en los teatros, en la calle… incluso el entonces famoso cantante cubano Miguel Matamoros, compuso el son “El paralítico” porque según sus palabras, “en 1930 en Cuba no se hablaba de otra cosa que de un médico español llamado Fernando Asuero que curaba la parálisis”. El pueblo respaldaba al doctor.




Se contó con la opinión de reputados médicos como Gregorio Marañón o Santiago Ramón y Cajal, quienes desestimaron la asueroterapia. Los periódicos también se posicionaron. Algunos como El Sol o La Voz de Madrid defendieron a Asuero, mientras que otros como El Heraldo de Madrid lo atacaron fervientemente con el titular antes citado, “El caso del trigémino. Si es broma puede pasar”.


Por supuesto, también hubo quienes lo defendieron y publicaron las declaraciones de los numerosos enfermos que afirmaban haberse curado gracias a él. “Conocemos muchas curas efectuadas por el doctor Asuero o sus imitadores; pero la relación sería interminable”, afirmaba ABC en una de sus crónicas. La alusión a los imitadores se debía a que, a raíz de la fama adquirida por la asueroterapia, centenares de médicos se volcaron inmediatamente en aplicarla –con mayor o menor fortuna– en sus consultas. Como aseguraba el doctor Jiménez Quesada en su libro De Fleming a Marañón, “no hubo lugar en toda la geografía donde no se practicara”.


Y no solo en España. Hubo seguidores de la asueroterapia en Francia, Italia, Argentina, México, Cuba y Portugal, entre otros países. Otro de los medios que también se decantó por la defensa del método de Asuero fue El Siglo Médico, en el que se afirmaba: “Fernando Asuero ha sido siempre un caballero perfectísimo(…). Se divaga, se inventa, se miente y se escupe sobre la dignidad de un médico honorable”. Porque lo más importante del debate que se generó era que las críticas hacia Asuero se circunscribían a que no era capaz de explicar científicamente cómo actuaba su sistema. “De eso del trigémino le diré que, como no obedece a principios científicos, lo juzgo inadmisible”, afirmó Santiago Ramón y Cajal.

Había curaciones, de acuerdo. Se producían insertando un estilete por la nariz y excitando ciertos nervios nasales, bien. Pero ¿sobre qué bases racionales y médicas se fundamentaban? Eso es lo que Asuero no sabía explicar y lo que se le reprochaba abiertamente.

Y como trasfondo a estas opiniones contrapuestas estaban las curaciones, definidas por algunos como “milagrosas” y por otros, como producto de la sugestión, debido a la exorbitada fe que los enfermos depositaban en la asueroterapia y en su inventor. Pero, fueran una cosa u otra, tanto los médicos como los periodistas y curiosos pudieron constatar que personas realmente enfermas salían de aquella consulta curadas de sus dolencias.

Fue el caso de la joven de 24 años Emilia Rodríguez Neira, curada por el doctor de una parálisis que le impedía mover el brazo y la pierna izquierda, o del concejal Romeo quien, tras 20 años sufriendo de una afección nerviosa, encontró la cura en la asueroterapia.

Estos hechos sorprendían a la clase científica que poco a poco, y de forma inexplicable, dejó de interesarse por el doctor y su método. Su fama fue decreciendo en aquel 1929 hasta que en diciembre de ese mismo año se dejó de discutir sobre él. Fue entonces cuando Asuero se decidió a dar su opinión. No pudo hacerlo de forma más clara y publicó un libro titulado ¡Ahora hablo yo! Asueroterapia fisiológica.



Celebridad mundial

Y, mientras, ¿qué sucedía con el pueblo llano, el que acudía a su consulta en masa a diario? Tanto debate y tanta polémica, por un lado, más la negativa de Asuero a defenderse de las acusaciones, por otro, crearon la sensación de que el buen doctor estaba siendo increpado por sus colegas simplemente por haber acertado donde el resto había fracasado.

Sin embargo, aunque algunos lo condenaban, el galeno donostiarra comenzó a recibir el cariño de la gente con homenajes y recepciones en su honor, mientras se sucedían curaciones.

En la localidad riojana de Cihuri, en la que Asuero había vivido parte de su infancia y poseía una finca familiar, los vecinos lo homenajearon poniendo su nombre a una de las calles. Sucedió lo mismo en la también riojana ciudad de Haro a finales de 1930. Desde el otro lado del Atlántico el cantante cubano Miguel Matamoros compuso el son El paralítico. Según contó, lo hizo porque “en 1930 en Cuba no se hablaba de otra cosa más que de un médico español llamado Fernando Asuero que curaba la parálisis”.

Una de las mayores manifestaciones de cariño popular se produjo el 30 de mayo de 1929 cuando, con motivo de su cumpleaños, más de 30.000 donostiarras se agolparon en el portal de su consulta esperando verle aunque fuera solo un instante. A su buzón de correo llegaron invitaciones para impartir conferencias en las principales capitales europeas y en países como Argentina y México, en los que ya era una celebridad. Pero a mediados de 1930 el interés informativo sobre la asueroterapia y su fundador cayeron en picado.



El médico donostiarra no escondía su estupor ante las dos primeras curaciones “milagrosas” que obtuvo por medio de la asueroterapia. Según su relato, se trató de dos casos de ciática donde obtuvo enormes mejorías a través de la intervención nasal. Más admirable fue la curación de una mujer que llevaba postrada en la cama varios meses y que pudo volver a andar tras ser sometida al procedimiento.

Pero el misterio no finalizó en aquel momento. Si hacemos caso a los escritos de Asuero, éste era capaz de presentir en ocasiones, según sus propias palabras, lo que iba a ocurrir incluso antes de efectuar el tratamiento. Una cualidad que el mismo doctor llegó a calificar de don.


¡Ahora hablo yo!

En vista de los acontecimientos, el doctor Asuero se decidió a dar su opinión y se defendió de las acusaciones de fraude vertidas contra él en un libreto titulado ¡Ahora hablo yo!

Lo iniciaba disculpándose por la tardanza en pronunciarse, algo que achacaba a la enorme presión a la que se había visto sometido durante los meses anteriores. Es significativo que el prólogo del libro esté firmado por el profesor francés Helan Jarwoski, creador del término “reflexoterapia”. En él, Jarwoski comentaba las posibilidades terapéuticas que presentaba la manipulación de los reflejos, la base de la asueroterapia. El doctor francés elogiaba a su colega español y aseguraba que poseía un don especial para tratar a los enfermos, algo que se había mostrado crucial en su técnica. De esta forma, agregaba a la asueroterapia un elemento personal del que ningún medio informativo había hablado hasta entonces. 

Tras este prólogo, Fernando Asuero se centraba en explicar su método y “la enorme sorpresa” que le habían ocasionado “los resultados obtenidos” cuando comenzó a practicarlo. El primer caso que trató con éxito fue un problema de ciática, al que le siguieron otros mucho más graves. Y citaba el de una mujer encamada desde hacía meses a la que ordenó que estirase las piernas, ya recostada en la camilla, tras practicarle la operación nasal. “Todos me miraron con ojos de asombro y la pobre enferma creyó que se trataba de una genialidad, como me manifestó muy dolida. Volví a mandárselo y, sin yo tocarla, puso ambas piernas en extensión con gran facilidad y sin ningún dolor (…). A continuación, aquella mujer de 93 kg se puso de pie y dio unos pasos”, cuenta Asuero en su libro.

“¿Qué fuerza tan formidable posee en estado potencial este organismo y se ha hecho efectiva en mi intervención?”, se preguntaba. Y por si acaso se pensaba en la sugestión como posible explicación a las curaciones, Asuero aseguraba que no tenía nada que ver, aunque defendía sus bondades en otros supuestos. Y continuaba relatando su excitación a medida que aumentaban las curaciones, que, a su vez, le aportaban datos nuevos que a él le era imposible analizar. “Me veo loco por ordenar y sacar consecuencias de hechos tan interesantes. Retraso la presentación de casos a la Academia Médico-Quirúrgica de Guipúzcoa, como era mi propósito”, argumentaba.

Fue esta incapacidad de alcanzar la luz la que le llevó a pedir opinión a sus colegas, pero tampoco ellos lograron extraer nada en claro. Algo, afirmaba, sí le resultaba evidente: “Mi método posee un factor personal difícil de definir que contribuye a la formación de un estado psíquico”, que provocaba con su método. Es decir, que el enfermo debía de encontrarse en un estado especial y propicio para que la curación se produjera. Asuero lo argumentaba diciendo que era debido a “la afluencia de una corriente de sangre, conseguida merced a diversos procedimientos y combinada con un determinado estado psíquico, lo que provoco con mi sistema”.

En su libro relata que ni siquiera él sabía con certeza lo que ocurría, por lo que decidió pedir ayuda a sus colegas. Seguidor de toda la controversia que causó su método, en esas páginas se defendía de quienes aseguraban que todo se basaba en la sugestión, esgrimiendo que esa no era la base del mismo, aunque sí reconocía que formaba parte también del sistema curativo. Es más, argumentaba que su sistema necesitaba de un factor personal, difícil de precisar, pero que era básico para que el paciente creyese en la asueroterapia y en el médico, paso previo para la curación.


¿Enigma pendiente?

Pese a tan jugosas declaraciones, ¡Ahora hablo yo! no dio respuesta a la pregunta más importante: cómo se producían las curaciones. Esto hizo que el interés por la asueroterapia decayera en todos los ámbitos y países, aunque aún siguieran practicándola varios médicos. Muestra de ello fue la publicación de la revista Renovante, a través la cual el doctor donostiarra pretendía dar a conocer periódicamente todas las novedades surgidas al amparo de su método.



La revista desapareció al cumplir un año de vida, en junio de 1931. Algo después, el 22 de diciembre de 1942, lo haría el doctor Asuero debido a una angina de pecho. Tenía 55 años y su nieta María Rosa contó que la noche antes de fallecer presintió su muerte y pidió a su familia que brindara por su marcha. Con su deceso se fue la última oportunidad de averiguar qué se escondía realmente tras los increíbles episodios que se habían producido en su consulta. El problema fue que estos jamás se trataron en los foros adecuados, sino que fueron relegados a la prensa o se convirtieron en conversaciones de café en las que, inevitablemente, se distorsionaban los hechos y se mezclaba realidad con fantasía. Nadie se atrevió a solicitar una investigación exhaustiva y científica de la asueroterapia. 

Los conocimientos médicos de la época no ayudaron a desentrañar el misterio y Fernando Asuero tampoco estaba preparado para ello, a pesar de la minuciosidad que demostró al anotar el estado en el que entraba el enfermo en su consulta, su historial médico y los resultados obtenidos tras ser intervenido. Y aquí radica lo increíble de esta historia, en que nadie dudó de la buena fe ni de la honestidad del médico donostiarra al constatar que, efectivamente, se habían producido algunas curaciones o mejorías entre quienes habían sido sometidos a la asueroterapia. Eso sí, solo en determinadas afecciones, en determinados pacientes y por un tiempo determinado.


DOCUFORUM




Se proyectará otro vídeo, éste no es el que veremos en la tertulia

 Tras visualizar el documental se abrirá el debate, planteándose todas las opiniones o interrogantes que surjan sobre el tema en cuestión.




Cómo llegar a RESTAURANTE-PIZZERIA GINOS BARCELONA:





Sito en la  céntrica Ronda Universidad, nº 27, esquina con Balmes y Rambla de Catalunya, y a muy pocos metros de la Plaza de Catalunya en pleno corazón de la ciudad, tenéis 4 líneas de metros, e infinidad de líneas de autobuses.

También en la misma acera, para los que vengáis de cercanías, tenéis la RENFE.

Mejor ubicación imposible!!.

¡!Os esperamos!!


Móvil para confirmar asistencia o para cualquier consulta: 654113551

Montse Guardia.

         


GRUP PSICOGNOSIS SINGLES –GPS-

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